martes, 7 de julio de 2015

Para Toda La Vida: Capítulo 12

Estaba tan enfocada en pasar este ultimo mes con Pedro, que olvidé una fecha importante en el calendario. La conversación surgió hace dos noches, cuando los chicos habían venido a cenar a casa.
-Paula?
-Sí abuela.
-Se acerca tu cumpleaños, que piensas hacer ese día? Quieres que hagamos algo acá o... ?
-Cierto! - Gritó Mónica. - Faltan exactamente dos semanas!
-En realidad no tengo nada planeado, ni siquiera recordaba que era mi cumpleaños.
-Eso ya esta cubierto. - Dijo Pedro con una sonrisa de suficiencia, que dejó a todos pensando en que rayos traía entre manos.
Lo miré confundida pero decidí olvidar el tema y seguir con mi cena.
-A que le temes? - Me preguntó Pedro, mientras me abrazaba y me sacaba de mis pensamientos.
La noche estaba hermosa. Mas que hermosa. Estaba encantadora. El cielo estaba totalmente despejado y las estrellas brillaban por todo lo alto. Habíamos decidido sentarnos en la orilla del mar a ver el cielo. Era hermoso poder estar en silencio con el sin tener que llenarlo con palabras innecesarias. Pero lo que me pregunto estaba lleno de verdadera curiosidad.
-En este instante? Le temo al futuro.
-Al futuro? - Pedro buscó mi mirada.
-Al mañana. A no saber que pasará con nosotros.
-Bueno, mañana podremos ir a…
-Pedro.
-Sé lo que quieres decir, porque yo también tengo miedo. Pero estoy seguro de lo que siento, y se que no se irá tan fácilmente. Podremos estar miles y miles de millas separados, pero tú siempre tendrás mi corazón.
-Se lo dices a todos tus amores de verano? - Le pregunté, mientras recostaba mi cabeza en su hombro y el besaba mi cabello.
-No.
-No?
-Me refiero a que esto no es un simple amor de verano.
Subí la mirada y me encontré con sus ojos hermosos. Lo miré durante el tiempo que me tomó acercarlo hasta besarlo dulcente.
Eran estos los momentos que me hacían recordar que lo amaba de una manera inexplicable. Momentos terriblemente cursis que solo se ven en una novela romántica o en una película para llorar.
Momentos inolvidables que ojala no terminaran.


María estaba sentada leyendo el diario de su abuela bajo un árbol del Central Park, cuando Max se acerco hacia ella.
-Hola María.
-Hola Max.
El mismo intercambio de palabras que últimamente podían hacer.
Su relación había cambiado desde el momento en que cada uno se dio cuenta de lo que sentí por el otro. Lo lamentable del caso es que ninguno era lo suficientemente valiente como para decirlo, o simplemente demostrarlo.
Los dos abrieron la boca, pero al mismo tiempo les dieron la palabra al otro.
-Habla tú. - Dijo Maria.
-No. Tú. - Dijo Max.
De nuevo, los dos intentaron hablar, pero se callaron. Fue uno de esos silencios incómodos que solo se pueden llenar con un beso.
Pero por supuesto eso no iba a pasar.
-Y que cuentas? - Al fin pudo decir Max.
-Nada nuevo, y tú? - Preguntó Maria con media sonrisa.
-Nada. Veo que sigues leyendo eso.
-Sí.
-De que trata?
-De mi abuela. Es su diario.
-Oye, quisieras salir al cine, o algo? Tenemos mucho tiempo sin salir.
-Max, ahora no tengo ganas. Quizás en unos días, está bien?
-Claro, claro.
De nuevo silencio.
Uno de ellos se canso primero, y fue Max, quien después de despedirse de su amor secreto se fue maldiciendo el hecho de no tener las agallas suficientes para decirle lo que sentía por ella.

1 comentario:

  1. Muy lindos capítulos! Ojalá María y Max se animen, tal vez leer el diario de su abuela le ayude a dar el empujoncito! ;)

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