jueves, 23 de julio de 2015

La Clave Para Conquistarte: Capítulo 12

—Eso fue hace años. La verdad es que desde que me fuí a Nueva York no he vuelto a jugar. No sé si se me dará tan bien como entonces.
—Quizá sea como montar en bicicleta, nunca se olvida. Por cierto, me gusta ese vestido.
—¿Te parece apropiado para ir a la iglesia? ¿No resultará demasiado informal?
Se trataba de un vestido cómodo y fresco. La parte de arriba, de color azul claro, se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, realzando sus curvas. La falda, de color crema y con un ligero vuelo, le llegaba por debajo de las rodillas.
—Lo que creo es que estás adorable. Y me gustan las sandalias que te has puesto a juego.
—Y además voy muy cómoda.
—Así que ahora te gusta sentirte ultra femenina, ¿eh? ¿Leíste algo más anoche en el diario de Norma?
—Ni una sola palabra. Llegué tarde a casa. Gabriel se empeñó en llevarme a una heladería después de la cena y estuvimos charlando —no contó nada más. No tenía sentido hablarle de la llamada de Pedro.
Cuando Leticia estacionó el coche frente a la iglesia Baptista, Paula miró con curiosidad a su alrededor, reconociendo a muchas de las personas que charlaban en el exterior de la iglesia.
—Allí está Matías—comentó Leticia antes de salir—. Qué curioso, está hablando con Pedro. Hace mucho que Pedro no venía a la iglesia. Me pregunto qué lo habrá traído hoy por aquí —miró a su prima con expresión pensativa mientras Paula cerraba la puerta.
El corazón de Paula latía a toda velocidad a pesar de los esfuerzos de la joven por mostrarse fría y tranquila. Lo último que necesitaba era encontrarse a Pedro después de haberle colgado el teléfono por la noche.
Siguió en silencio a su prima, preparándose para lo peor. En cuanto Leticia los llamó, los dos hombres se volvieron sonrientes hacia ellas.
—Buenos días, Paula—la saludó Pedro en voz baja y casi íntima cuando se reunieron con ellos—. ¿Has dormido bien?
—Hola, Pedro, Matías— Paula ignoró la pregunta e intentó seguir avanzando.
Pedro la agarró del brazo para detenerla.
—¿Sigue en pie lo de esta tarde?
—¿Qué van a hacer esta tarde? —preguntó Leticia, mirando con recelo a Pedro y a Paula.
—Vamos a ir al río y después a cenar al club de campo —contestó Paula con cierta indiferencia.
—Suena divertido. Pero no me has comentado nada en el coche… —comentó Leticia.
Paula se encogió de hombros, consciente del contacto de Pedro. Sentía arder la piel bajo sus dedos y le resultaba imposible pensar y mucho menos inventar una razón coherente con la que explicarle su silencio a su prima.
—No era nada definitivo. Tengo que ver si puedo reorganizar algunos planes —musitó Paula.
—Ayer por teléfono me dijiste que sí —comentó Pedro suavemente.
—Después de tu última salida, no creo…
—Deberíamos entrar —los interrumpió Leticia.
—Buena idea — Pedro deslizó la mano por el brazo de Paula y le tomó la mano.
—No necesito que me des la mano —replicó ella intentando soltarse.
Once años atrás, Paula se habría sentido halagada por las atenciones que Pedro le prestaba. Pero a esas alturas ya sabía que no significaba nada. No permitiría que sus estúpidos sueños volvieran a atraparla.
—Yo llevaré a Paula a su casa —se ofreció Pedro a la salida de la iglesia—. Así te ahorraré un viaje —le dijo a Leticia.
—Muchísimas gracias, no sabes cuánto te lo agradezco.
Paula  miró a su prima con el ceño fruncido. Si tanto la molestaba llevarla, ella podría haber ido en su coche. Además, había sido la propia Leticia la que se había ofrecido para ir a buscarla.
—Y no hagas nada que yo no haría —dijo Leticia alegremente, antes de volverse hacia Matías.
—Como no tenga cuidado, lo va a agobiar —comentó Pedro mientras se dirigía con Paula hacia su coche.
—Es normal que le apetezca estar con él, le gusta —contestó Paula a la defensiva.
—Y a veces yo creo que a él le gusta ella, pero Leticia está siendo demasiado insistente. Además, ambos sabemos que Leticia no es ningún modelo de estabilidad. Pronto se cansará de él.
—Quizá esta vez esté verdaderamente enamorada —replicó Paula. En realidad estaba de acuerdo con Pedro, pero no tenía intención de decírselo.
Se metió en el coche e intentó buscar nuevos argumentos con los que combatir los de Pedro. Pero no encontró ninguno. Leticia cambiaba de novio con la misma facilidad con la que otras mujeres cambiaban de peinado. Aun así, continuó defendiéndola.
—Leticia es una mujer maravillosa, y estoy segura de que algún día llegará a ser una buena esposa.
—¿Y cuánto tiempo crees que le durará el matrimonio? Ni siquiera ha sido capaz de estar comprometida durante más de seis meses.
—Que tu madre abandonara a tu padre no quiere decir que todas las mujeres abandonen sus familias.
—Muchas lo hacen.
—Sí, supongo que tu trabajo te obliga a enfrentarte a muchos casos parecidos.
—No, yo no atiendo asuntos de familia, pero algunos de mis colegas lo hacen y me lo han comentado.
—¿Y no te han contado que también hay muchos hombres que lo hacen?
—Claro que sí. El matrimonio es una institución caduca y sobre valorada.
—¿Qué? No puedo creer lo que estoy oyendo. El matrimonio es una institución maravillosa que ayuda a fortalecer los vínculos sociales.
—¿Ah sí? Y si es tan maravillosa, ¿por qué no te has casado tú?
Paula cerró la boca y se volvió hacia la ventanilla. No podía decirle que su absurdo enamoramiento de adolescente había marcado toda su vida. Ningún hombre le parecía comparable a Pedro, que durante mucho tiempo había sido para ella el prototipo del hombre ideal.
—He estado demasiado ocupada con mi trabajo —contestó al cabo de unos segundos.
—¿Entonces piensas casarte?
—Quizá, cuando encuentre al hombre adecuado.

3 comentarios:

  1. Va a ser un hueso duro de roer Pedro. Pau va a tener que tener mucha paciencia para que afloje jaja.

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  2. Muy buenos capítulos!!! como le va a costar a Pau seguir resistiendo si el la persigue así!

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  3. aaaaahhhhh siiii ya lo encontraste Paula jaaaaaaaaa

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