jueves, 30 de agosto de 2018

Curaste Mi Corazón: Capítulo 28

Paula respiró hondo.

—¿Por qué no has llamado antes?

—He estado… mal una temporada —admitió él, con tan mala gana que Paula sonrió un poco. A Roberto no le gustaba confesar debilidades—. Quería estar mejor antes de hablar contigo. Además, he tenido mucho que pensar.

—Pues habla.

—Hablas como la doctora, no como mi Paula.

—Probablemente porque no soy tu Paula.

—¿Has vuelto con tu amante?

—No.

—¿Por qué?

—Ya sabes por qué.

—Porque me amas.

—Porque no quería dejar mi casa para vivir en la suya.

—Tendrás que dejarla un día, cuando te cases —intervino él.

—No necesariamente. El afortunado podría vivir aquí conmigo.

—¿Tú insistirías en eso?

—Probablemente. Pero como no me voy a casar, no hay problema. Por cierto, el cuadro está terminado.

—Me alegro. Espera —él habló con alguien al otro lado—. Perdona, tengo que dejarte. Te llamaré mañana. ¿Esta hora te viene bien?

—Sí, pero mañana no —dijo ella por orgullo.

—Pues pasado mañana. Hasta luego, Paula.

—Adiós —respondió ella.

Pasó el resto de la velada alternando la alegría porque Pedro había llamado por fin con la furia por haber pospuesto otra llamada un día entero solo por orgullo. Al día siguiente decidió hacer la compra antes de ir a casa, y apretó los dientes con frustración cuando llegó y vió que tenía un mensaje de Pedro en el contestador.

—Quería hablarte antes de que salieras, Paula. Te llamaré mañana. Que duermas bien.

Y para su sorpresa, Paula durmió bien y fue a trabajar antes que de costumbre para poder irse a su hora con la conciencia tranquila. Estaba decidida a llegar a casa con tiempo para sentarse tranquilamente con un sándwich y una taza de café a esperar el teléfono. Éste sonó puntual.

—¿Paula?

—Sí, Pedro.

—No me gusta hablar con máquinas. ¿Has tenido un buen día?

—Sí. Creo que he encontrado algo interesante, un posible boceto de Etty. ¿Has oído hablar de él?

—No. Háblame de él. ¿Por qué es famoso?

—Por desnudos —contestó ella de mala gana.

Pedro carraspeó.

—Lo buscaré. Pero ninguna mujer que haya pintado él puede ser más hermosa que tú.

—Eres muy amable. ¿Le digo a Juan que te envíe el cuadro ya?

—Sí. Así llegará con tiempo de sobra para el aniversario de boda de mis padres, en Navidad. También les regalaré la señorita desconocida de blanco para hacer la pareja.

O sea que los cuadros eran para sus padres.

—Diré a la empresa de envíos que tengan mucho cuidado —prometió ella—. ¿Cuántos años llevan casados tus padres?

—Treinta y cinco. Voy a organizar una fiesta para celebrarlo. Invitaré a todos nuestros amigos y vecinos a un churrasco tradicional.

—Suena divertido.

—¿Cómo celebras tú la Navidad?

—Muy poco —era el momento del año en el que más echaba de menos a su padre—. Ese día estoy con mi tía y su esposo —y luego regresaba por la noche a una casa más vacía que de costumbre porque Laura, Fabián y Rodrigo estaban con sus familias.

—Mi madre siente mucho interés por la mujer que autentificó mi cuadro —dijo él—. Le complacería mucho que vinieras a pasar la Navidad con nosotros.

Paula abrió mucho los ojos.

—¿A Brasil?

—Es donde vivo —repuso él—. Ven a ver cómo vivimos los gauchos en Rio Grande do Sul. Dí que sí, por favor.

Era una oferta tentadora, pero imposible, claro.

—Gracias por la invitación, pero no puedo tomarme más vacaciones.

—Si pudieras, ¿Esta vez sí vendrías?

—Supongo que podría ir —repuso ella con cautela.

—¿No quieres volver a verme? —preguntó él—. ¿Yo fui solo una aventura?

—Yo no tengo aventuras.

—Entonces ven —ordenó él—. Te daré tiempo para pensarlo y te llamaré mañana.

Paula pensó tanto en ello que pasó la noche intranquila, incapaz de olvidar que Pedro había tardado dos semanas enteras en ponerse en contacto con ella. Pero, por otra parte, no lo conocía lo suficiente para saber cómo funcionaba su mente. Descubrió un poco más de eso cuando llegó a la galería al día siguiente. Juan la llamó a su despacho para informarle que había recibido una petición de Pedro Alfonso para que concediera a la doctora Chaves dos semanas de vacaciones para pasar la Navidad en Rio Grande do Sul. Él correría con los gastos del viaje en primera clase.

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