—¿Por qué no se lo preguntas a Pedro? —preguntó ella a su vez.
—No puedo hablar con él. Últimamente, está insoportable y se niega a contar lo que le ocurre.
Paula trató de asimilar la información.
—Y, además, me ha pedido que viniera para ver cómo estabas —añadió Nicolás.
—Estoy bien.
—¿En serio?
—No, Nicolás, no estoy bien. Quiero a Pedro y el no me quiere a mí. Y, para colmo de males, trabajo en su club. Es un verdadero martirio, pero no puedo hacer nada por evitarlo.
Nicolás asintió lentamente.
—Entiendo. Por eso es por lo que estás trabajando tanto, ¿No?
—¿Qué otra cosa puedo hacer?
Nicolás le lanzó una sonrisa burlona.
—Soy el menos indicado para contestar a esa pregunta. Lo único que hago es trabajar… porque el trabajo hace que me sienta menos solo.
—Lo siento.
—No lo sientas, vivo la vida que quiero.
Paula agarró la bolsa y se la colgó del hombro.
—Nicolás, dile a Pedro que no se preocupe por mí. Y gracias por todo.
—De nada. Ya sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
A través de la ventana, Pedro la vió salir del club y caminar despacio hacia su coche. A pesar de haber roto con ella, no podía dejar de pensar en Paula. No conseguía quitársela de la cabeza. Lo que más deseaba era correr a su lado y pedirle perdón por hacerla sufrir. Oyó unos pasos a sus espaldas y, al volverse, vió a Nicolás acercándose a él.
—¿Qué te ha dicho? —preguntó Pedro a su hermano.
—Creo que tienes que hablar con ella —contestó Nicolás, sacudiendo la cabeza.
—¿Crees que no quiero hacerlo? Quiero estar con ella, Nico.
—En ese caso, Pedro, ve a buscarla. No hay motivo por el que tengan que estar separados y sufriendo.
—¿Lo está pasando mal Paula?
—En mi opinión, no ha debido dormir ni una sola noche desde que se separararon. Ha adelgazado y se pasa todo el tiempo en el club ensayando, preparándose para la fiesta del aniversario; a pesar de que ni siquiera sabemos si vamos a poder celebrarlo debido a la oposición del comité de la comunidad.
—Por nada del mundo quiero que sufra, Nico.
—¿Qué es lo que quieres entonces?
—Quiero tener a Paula a mi lado. Quiero que forme parte de mi vida, Nico.
—¿Y qué te lo impide?
Su obstinación, pensó Pedro. Y el hecho de que tenía miedo de admitir lo más importante de su vida. La amaba. Así de sencillo. Lo sabía desde hacía tiempo, pero había tenido miedo de reconocer lo que sentía por ella.
—Necesito tu ayuda, Nico. Necesito que me ayudes para demostrarle a Paula que la quiero.
—¿Qué quieres que haga? —le preguntó su hermano.
—Necesito hacer las cosas bien. Voy a pedirle que se case conmigo. Quiero compensarle por lo mal que me porté con ella cuando me confesó su amor. Así que te voy a decir lo que quiero que hagamos…
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