jueves, 2 de agosto de 2018

Pasión y Baile: Capítulo 36

—No tengo ni idea, Pedro. Ojalá pudiera contestarte, pero no puedo. Las mujeres me resultan muy complicadas.

—No me estás ayudando mucho —comentó Pedro.

—Lo sé. Lo siento.

Pedro reflexionó sobre el hecho de que Nicolás, que era muy inteligente y estaba muy seguro de sí mismo, parecía perdido en lo tocante al amor. ¿Significaba eso que ni sus hermanos ni él estaban hechos para el amor?

—Hablando de las mujeres… Rodrigo Holloway me ha llamado esta mañana para pedirme el teléfono de Paula.

—¿Por qué? —preguntó Pedro, quedándose muy quieto.

—Ha oído hablar muy bien de ella y quiere ofrecerle un trabajo.

—Espero que le hayas dicho que se olvide del asunto.

Nicolás sacudió la cabeza.

—Yo no podía hacer eso. Le he dado a Paula el mensaje y el teléfono de Holloway. El resto, es cosa de ella.

Pedro no estaba de acuerdo con su hermano, pero se calló. De todos modos, tenía que hablar con Paula, sabía que la había estado esquivando desde que ella le confesara su amor.

—¿Qué te pasa? —le preguntó Nicolás.

—No quiero que Jen se vaya a trabajar para Russell —contestó Pedro.

—Pues díselo a Paula. No sé mucho sobre el amor, pero sé que a las mujeres les gusta hablar sobre las relaciones.

—No sé qué decirle —confesó Pedro.

—¿Qué es lo que quieres que Paula haga? —le preguntó su hermano.

Pedro quería que Paula se quedara en el club, pero decírselo a ella significaría exponerse, mostrar su vulnerabilidad delante de ella. En realidad, se trataba de un juego de poder. Y había oído que, en una relación, el poder lo tenía el que le daba menos importancia a la relación. Estaba convencido deello, porque, en su relación, Paula tenía todo el poder. Y eso era lo que le asustaba, el hecho de que iba a cederle todo el poder a ella si admitía lo mucho que ella significabapara él. Y para un hombre como él, era algo como dejar de respirar. Era inconcebible.

—No sé —contestó Pedro por fin—. Quiero que se quede, pero no sé cómo decírselo.

—Cuando decidas lo que vas a hacer, dímelo —dijo Nicolás asintiendo—. Yo quiero que Paula se quede, por tí, Pedro. Si quieres estar con ella, no permitas que se vaya.

—¿No te preocupa también el club? Es una buena bailarina.

—No es la única buena bailarina en el sur de Florida, hermano. Pero para tí es laúnica.

Pedro sabía que su hermano había dado en el clavo. Le preocupaba no saber lo que Paula iba a hacer, por eso le envió un mensaje al móvil para quedar, en el parque donde habían llevado a Joaquín a jugar al béisbol. Era hora de averiguar qué era lo que ella estaba pensando hacer con su vida.

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