Paula sacudió la cabeza. Gustavo se dió media vuelta y se alejó. Tan pronto como hubo salido del club, Pedro y los otros se acercaron a ella.
—Has estado estupenda —dijo Federico.
—¿Con lo que ha pasado se le puede arrestar ya? —preguntó Paula.
—No, no es suficiente. Tenemos que atraparle agarrando el dinero —dijo el detective Eider.
—Yo no tengo tanto dinero —interpuso Paula.
—Pero nosotros sí —respondió Nicolás— La policía le detendrá tan pronto como tome el dinero de tus manos.
—Estupendo —dijo ella. Quería que Gustavo fuera a la cárcel—. Así que… ¿Lo haremos mañana?
—Sí. Yo me encargaré del dinero —declaró Nicolás.
Nicolás y Federico se quedaron con los detectives mientras Pedro y ella volvían a la sala de ensayos.
—¿Cómo te encuentras? —le preguntó Pedro cuando se quedaron solos.
—Bien —respondió Paula, no quería hablar de lo mucho que le molestaba estar pagando aún por la equivocación de tener relaciones con Gustavo.
—Intenta no preocuparte. Le agarraremos, te lo prometo. Al oírle hablarte como lo ha hecho… No sé, me han dado ganas de estrangularle.
Paula sonrió.
—¿Por qué sonríes? —preguntó Pedro.
—Porque haces que me sienta protegida —admitió Paula.
—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea —contestó Pedro.
—Lo sé. Aunque siento mucho que, por mi culpa, se ven metidos en esto.
—No lo sientas. Y nunca habría dejado que te enfrentaras a esto tú sola.
—Gracias —respondió Paula—. Bueno, dime, ¿Qué vas a hacer hoy?
—Tengo el torneo de golf de famosos —respondió Pedro—. ¿Vas a tener tiempo de cenar conmigo esta noche?
—No, no puedo. Sofía y yo vamos a estar con los bailarines del espectáculo para ensayar unos bailes nuevos.
—Bueno, intentaré venir al espectáculo esta noche.
—Me encantaría —dijo ella.
Cuando Pedro se marchó, tras acompañarla a la sala de ensayos, Paula cerró los ojos. La noche anterior había estado a punto de confesarle que le amaba. Sin embargo, no sabía si había llegado el momento de decírselo o si, por el contrario, ese momento no se presentaría nunca.
—Has venido pronto hoy —dijo Sofía, entrando en ese momento.
—No podía permitir que me ganaras siempre.
Sofía se echó a reír y continuaron bromeando mientras calentaban antes de la clase.
—Pareces de muy buen humor.
—Sí, lo estoy. La vida me va bien en este momento —respondió Paula.
—A mí también. Hoy he hablado con mi hermano.
—¿Cuándo se va a embarcar?
—Dentro de una semana. Vamos a hacer una fiesta en la casa de la playa este fin de semana. ¿Quieres venir?
—Es posible. ¿Podría ir acompañada?
—Sí, claro. ¿A quién quieres llevar?
—Estoy saliendo con un tipo —Paula no quería confesar que estaba saliendo con Pedro Alfonso. Hasta el momento, llevaban la relación con suma discreción.
—Bueno, cuando sepas si vienes o no, dímelo.
—Lo haré.Pasaron un rato repasando pasos de baile y también se grabaron en vídeo para que Tomás y Jesica se hicieran una idea de su estilo de baile.
Durante todo el tiempo, Paula intentó centrarse en el trabajo y no pensar en el hombre del que se estaba enamorando irremediablemente.
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