jueves, 19 de julio de 2018

Pasión y Baile: Capítulo 19

Pedro le saludó cuando se abrió la puerta. La música se oía en el recibidor y Paula,detrás de su sobrino, reía y se movía al ritmo de la música. Y, de inmediato, se dió cuenta de que tía y sobrino se llevaban muy bien.

—Hola, Pedro—dijo Joaquín al tiempo que le daba la mano.

Paula puso un brazo sobre los hombros de su sobrino mientras él le estrechaba lamano.

—Encantado de conocerte, Joaquín.

—La tía y yo estábamos bailando nuestra canción.

—¿Cuál es su canción? —preguntó Pedro.

—Rhythm Is Gonna Get You —respondió Paula—. ¿La conoces?

—Sí, me gusta —dijo Pedro.

—Sí, a mí me encanta. Hemos estado bailando en la cocina —explicó Joaquín—. ¿Quieres venir conmigo a jugar con la videoconsola mientras la tía Pau termina de hacer la comida?

El niño miró a Paula.

—Sé que has venido porque te había prometido los mejores sándwiches a la plancha del mundo. ¿Te importa…?

Pedro sacudió la cabeza.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó él.

—No. Lo tendré todo listo en un cuarto de hora.

Paula se fue a la cocina mientras Joaquín le llevaba al cuarto de estar. Tenían un televisor de plasma y un sofá de cuero italiano muy cómodo. Joaquín se sentó en el suelo,encima de un cojín, y le ofreció otro a él.

—Hace mucho que no juego a esto —y no era eso lo que había imaginado que haría.

Demasiado hogareño para su gusto, el instinto le decía que saliera de allí a toda velocidad.

—No te preocupes, tendré paciencia contigo —le dijo Joaquín.

Pedro agarró los mandos y jugó con el niño, pero no lograba concentrarse con el juego. Mirando a su alrededor, se dió cuenta de que aquella era una casa acogedora. En una de las paredes había fotos de Paula y de su hermana a lo largo de los años. En una,aparecía Jen vestida con un traje de baile sujetando un trofeo. Vió a Delfina en la escalinata de un juzgado con una cartera y sonriendo a la cámara. Había otra foto de Paula en el hospital con su sobrino en los brazos, junto a la cama en la que estaba su hermana. Se dejó hundir en el cómodo sofá, dándose cuenta de que no le resultaría nada difícil sentirse cómodo allí. No solo en la casa, sino llevando esa clase de vida. Pero no,no era su vida. No quería intentar ser alguien que no era.

—Has perdido —le informó Joaquín.

—Sí, eso parece. Paula me ha dicho que tienes un atún disecado en tu habitación.

—Sí —el niño se levantó de un salto—. Pero tenemos que recoger antes de que ir a mi cuarto para que lo veas. Si dejo los mandos por aquí tirados, no me dejarán jugar en una semana.

Pedro asintió y ayudó al pequeño a recoger los cojines y a guardar la videoconsola. Después, Joaquín le condujo escaleras arriba, a su dormitorio. El atún era el objeto dominante en la habitación.

—Cuando lo pesqué, no me lo podía creer. No pude meterlo en el barco solo, me tuvieron que ayudar —dijo Joaquín—. ¿Te gusta pescar?

—Sí, aunque no voy a pescar con frecuencia —contestó Pedro.

La última vez que lo había hecho había sido con Nicolás.

—¿Por qué no?

—El trabajo no me deja tiempo para ir a pescar.

Joaquín sacudió la cabeza.

—No entiendo por qué los mayores trabajan tanto. Mi madre también trabaja mucho y le gusta su trabajo. ¿A tí también te gusta el tuyo?

—Sí, me gusta. ¿Y tú, crees que te gustará trabajar cuando seas mayor?

—Yo voy a ser capitán de barco y me voy a pasar todo el tiempo pescando — contestó Joaquín.

—Buena idea.

—¿Siempre has trabajado en cosas de negocios? —le preguntó Joaquín.

—No. Antes era jugador de béisbol.

—¿En serio? No lo sabía. ¿Por qué ya no juegas?

—Vamos a bajar y te lo cuento, ¿Te parece?

—Vale. ¿Juegas de vez en cuando?

—No, ya no juego nunca, Joaquín. Sufrí una lesión y tuve que cambiar de trabajo.

Joaquín se detuvo en las escaleras y se lo quedó mirando.

—Pues yo sería muy desgraciado si no pudiera pescar.

Pedro le revolvió el cabello.

—Puedo jugar por diversión, pero no lo hago porque no tengo tiempo.

—Al padre de mi mejor amigo, Bruno, le pasa lo mismo. Por eso es por lo que se ha hecho entrenador de nuestro equipo de futbol, para poder jugar y relajarse…Bueno, eso es lo que dice Lorena.

—¿Quién es Lorena?

—La madre de Bruno y mi niñera. Mamá y la tía Paula no pueden estar en casa todo el tiempo.

—¿Por el trabajo? —preguntó Pedro, dándose cuenta de que, en opinión de Joaquín,tanto su madre como su tía trabajaban demasiado.

—Sí. Pero sé que es porque no podríamos vivir si no trabajaran, así que no digas que me he quejado, ¿Vale?

Pedro asintió. Y, en ese momento, Paula les llamó para que fueran a almorzar.

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