Emma comenzó a esbozar el plan de acción, pero Pedro no tardó en dejar de escuchar y concentrarse únicamente en Paula: Paula tomando notas, Paula bebiendo un sorbo de agua, lanzándole una mirada asesina…
No lo comprendía, pero no quería dejar de estar con ella. Sin embargo, Paula se merecía hacer realidad sus sueños y él no era la clase de hombre con la que podía lograrlo. Pero la deseaba y, en esos momentos, lo que más le habría gustado era estar a solas con ella y hacerle el amor ahí mismo, encima de la mesa. Le atraía como no le atraía ninguna otra mujer, le despertaba una gran pasión. Pero tenía miedo de que, si se entregaba a esa pasión, acabara sintiendo algo más profundo por ella. La miró fijamente y vió los reflejos del sol en sus oscuros cabellos, y recordó la imagen de Paula en el barco. Quería volver a verla allí. No quería seguir los consejos de Nicolás, que le habían hecho creer que ella necesitaba algo más de la vida de lo que él podía ofrecerle. No era la clase de hombre que renunciaba a lo que quería y no iba a renunciar a Paula. No, de ninguna manera.
—¿Pedro?
—¿Sí?
—Emma ha preguntado quién va aparecer en el escenario principal —dijo Nicolás.
—Gabriel Damien. Va a montar un espectáculo de rap y supongo que querrá hablar con Paula para que sus bailarines formen parte de su función. Podríamos reunirnos después para hablar de esto.
Gabriel sería un éxito. Se le había comparado con Will Smith.
—Bien —contestó Nicolás—. ¿Quién más?
—Tomás Bolson y su esposa, Jesica McGree, van a venir también y van a cantar. Tienen mucho éxito en el mundo de la música country. También van a venir mis antiguos compañeros de los Yankees para montar una competición de lanzamiento de pelota.
—Estupendo —dijo Emma—. En mi opinión, como el centro de atención va a ser el Luna Azul, creo que los conciertos deberían tener lugar en el club, aunque quizá loscantantes podrían cantar una o dos canciones en la calle. Podríamos montar un escenario en la calle, si es que les parece que la comunidad nos lo permitiría.
—Federico estaba en ello —Nicolás dijo.
—He asistido a una reunión de los líderes de la comunidad y voy a tener otra con ellos hoy. Por el momento, no parecen apoyarnos en nada. Incluso han solicitado un requerimiento judicial para impedirnos reconstruir el mercado que hemos adquirido.Tengo una cita con su abogado para hablar de ello precisamente.
—Gracias, Fede—dijo Nicolás—. Javier, en cuanto al tema de seguridad, ¿Qué aconsejas?
Continuaron discutiendo temas relevantes durante un rato más. Por fin, cuando la reunión llegó a su fin y Pedro vió a Paula recoger sus papeles, se dió cuenta de que iba a marcharse a toda prisa de allí.
—Paula, ¿Tienes tiempo para hablar conmigo de la fiesta? —le preguntó Pedro—. Mi despacho está al final del pasillo.
Ella le miró y asintió.
—Buena idea —interpuso Nicolás—. Dentro de una semana, a la misma hora, quiero a todo el mundo de vuelta aquí. A partir de este momento y hasta el día de la fiesta, nos reuniremos aquí semanalmente. Gracias.
Todos se marcharon, menos Paula y él.
—No sé dónde está tu despacho —le dijo Paula, a la espera.
—Lo sé. Vamos.
Pedro la condujo a su despacho, al final del pasillo. Su secretaria les ofreció bebidas, pero Paula rechazó la invitación y él cerró la puerta.
—Se te da muy bien.
—¿El qué? —preguntó él.
—Se te da muy bien hacerle pasar un buen rato a una chica… y se acabó.
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