martes, 29 de octubre de 2024

La Princesa: Capítulo 29

Agarró las bolsas con fuerza y alzó la barbilla. Ya había hecho suficientes tonterías aquella mañana. Si tenía preguntas, se las haría directamente a Pedro. No le quedaba mucho tiempo. Mientras caminaba le sorprendió la amabilidad de la gente, que se saludaban por la calle. Reinaba la tranquilidad. Un escaparate llamó la atención de Paula. Era una tienda de antigüedades. Glady's Antiques. Entró y contempló maravillada la gran cantidad de piezas y cachivaches.


—Hola, querida —dijo una mujer que inequívocamente debía de ser Gladys. Llevaba el pelo gris recogido en un moño y unas pequeñas gafas—. ¿La puedo ayudar a encontrar algo?


—Solo quería echar un vistazo, gracias.


—¿Por qué no me da esas bolsas? No me gustaría que golpeara algún objeto sin querer —dijo la señora acercándose. 


A Paula le recordó a una profesora que había tenido de niña. Amable, pero especial. Dejó las bolsas sobre el mostrador.


—He llegado hace poco al pueblo y estoy dando un paseo.


—Claro. Es la joven que se está quedando en Prairie Rose.


—¿Cómo lo sabe? —preguntó boquiabierta.


—Este es un sitio pequeño, las noticias vuelan —repuso guiñándole un ojo.


Sorprendentemente Paula no se sintió agobiada, sino que le agradó.


—Prairie Rose es un lugar precioso. Aunque todavía no he tenido mucho tiempo para enterarme de su historia —soltó tratando de no sentirse culpable por la intromisión—. Por lo que Pedro me ha contado el rancho lleva mucho tiempo perteneciendo a su familia.


—Sí, aunque no siempre han tenido caballos. Eso fue iniciativa de Horacio, el padre de Pedro. Era un hombre dedicado a los caballos en cuerpo y alma. Yo fui su maestra en la escuela, ¿Sabe?


Paula sonrió. Había estado en lo cierto, una maestra.


—Venga a ver esto —añadió Gladys—. Quizás le interese si se está quedando en el rancho. No es una antigüedad, pero tiene que ver con la historia de la familia —afirmó mostrándole una foto—. Éste es Pedro, ésta es Ana, su madre, Horacio, Ricardo y Clara Polcyk. Esto por supuesto fue antes de que…


El rostro de la señora se apagó y soltó un suspiro.


—¿Antes de? —preguntó Paula levantando la vista de la foto y fijándola en Gladys.


—Había pensado que Pedro se lo habría comentado. Su madre, su padre y los Polcyk tuvieron un accidente hace unos años. Ana y Ricardo murieron.


—¿Y su padre?


—Todavía está en una clínica. A Pedro le ha costado mucho volver a poner en funcionamiento Prairie Rose después de que todo se viniera abajo. El chico ha trabajado hasta matarse. Pero así es… —se detuvo y la miró por encima de las gafas—. Los hombres siempre lo han hecho en esta parte del país. Llevar un rancho es un trabajo muy duro. Pedro lo sabía y lo está haciendo muy bien, lo ha arreglado todo.


¿Un accidente? ¿Una clínica? Paula tenía muchas preguntas, pero no quería seguir haciéndoselas a Gladys. Quería preguntarle a Pedro a qué se había referido la mujer al decir que lo había arreglado todo. Quería saber por qué nunca había mencionado el accidente ni a su familia. Al menos ella había compartido parte de su pasado. Él ni siquiera había comentado que tuviera padre ni que viviera…


En ese momento cayó en la cuenta. Allí. Su padre vivía allí. Pedro se había hecho cargo de Prairie Rose. Ahí estaba el salto.


—Puede curiosear, querida, y pregúnteme lo que quiera. 

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