martes, 30 de abril de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 47

Dos horas más tarde Lea aparcó frente a la casa de Pedro. Estaba lloviendo. De camino al portal del edificio de departamentos vaciló por primera vez. ¿Cómo respondería él? Pedro no había hablado mucho durante la fiesta de cumpleaños. Paula llamó por el intercomunicador. Quizá ni siquiera estuviera en casa. No tuvo mucho tiempo para desesperarse, porque casi de inmediato él contestó. Entonces Lea supo que había tomado la decisión correcta.


 -Hola, Pedro.


-¿Paula?


-Sí, soy yo. 


-Sube.


El ascensor era grande, estaba cubierto de espejos. Paula evitó mirarse. Por fin las puertas se abrieron. Pedro la esperaba en el descansillo. Ella volvía a él.  Pedro la observó confuso pero emocionado. Había pensado ir a visitarla al día siguiente, el día de su cumpleaños, sin anunciarse. Pero eso era todo lo que sabía, porque ni siquiera estaba seguro de que ella quisiera volver a verlo. No se había atrevido a acercarse a ella en casa de Romina, era demasiado arriesgado. Por no mencionar que había allí demasiados testigos. Además lo asustaba la forma en que ella había reaccionado al enterarse del engaño, con tanta calma.


-Hola, Pedro -saludó ella tratando de sonreír.


Paula llevaba el paraguas aún abierto en el ascensor. Pedro lo señaló.


-¿Llueve en el ascensor?


-Ah, no, es que tengo demasiadas cosas en la cabeza -respondió ella sonriendo tímidamente.


Paula cerró el paraguas y lo guardó en el paragüero de la entrada junto a los otros trece paraguas de Pedro, regalo de su madre.


-No me extraña que tus vecinos me miraran y se rieran. ¿Puedo pasar?


En realidad Paula ya había entrado, pero Pedro estaba de pie frente a ella y daba la sensación de que le bloqueaba el paso.


-Por supuesto -dijo él apartándose.


-Gracias.


-¿Sigues viendo a Ignacio?


-Tú me cerraste ese camino, ¿No crees? -respondió Paula sonriendo y ladeando la cabeza.


-Lo siento si te he arruinado el plan.


No era cierto, no lo sentía. Pero quería que Paula fuera feliz. Y si otro hombre la hacía feliz, entonces que así fuera.


-No importa.


Pedro no podía soportarlo más. Paula lo miraba insistentemente, sin parpadear. Y él se sentía incapaz de sostener esa mirada.


-¿Qué ocurre, Paula?, ¿Qué haces aquí?


-Pensé... Comencé a pensar...


-¿Sí?


-Que quizá, aunque no seas el hombre ideal para mí, en cierto sentido sí lo eres... -dijo Paula interrumpiéndose y tragando-. ¿Comprendes? 


-No, no comprendo.


-Yo no quería besar a Ignacio, ¿Recuerdas? En absoluto. Pero desde que tú me besaste la primera vez no he hecho más que revivir ese momento. Y tú dijiste... -continuó Paula deteniéndose un momento para tomar aliento-dijiste que me deseabas sólo para tí y, ¿Sabes?, yo también te deseo. Y quizá... La idea de tener una aventura no sea tan mala después de todo, ¿No?


Pedro no sabía qué responder, pero se acercó a ella y asintió, observando cómo la expresión de vacilación se borraba de sus ojos. No pudo evitar agarrarla de los hombros.


-Pedro... -lo llamó Paula con voz trémula.


Toda ella temblaba. Pedro la abrazó estrecha y largamente, deleitándose en su fragancia y su piel con los ojos cerrados. Tras unos instantes ella trató de soltarse, pero él se lo impidió.


-Pedro... -repitió ella alzando la mano por su nuca y enredando los dedos en su cabello como si se preparara para besarlo.


Pedro comenzó a besarle el cuello. Paula se echó a temblar, y él se apartó y la miró a los ojos, borrando con su penetrante mirada toda pregunta.


-Paula... -comenzó Pedro a decir.


Pero entonces ella lo agarró del cabello, sonrió y tiró de su cabeza hacia abajo. Y fue demasiado tarde.


-Sí, tú serás mi aventura -murmuró Paula.


Era difícil pensar mientras se besaban, pero el énfasis especial que había puesto Paula en la palabra «Aventura» lo alarmó.


-¿Qué quieres decir?


-Me dijiste que debía tener una aventura, ¿Recuerdas? Tú eres el experto. Yo sólo sigo tu consejo.


-Pero yo no quería decir...


Las cosas se le iban de las manos. ¿De qué hablaba Paula? Ella no deseaba una aventura, deseaba un marido. Marido e hijos. Pero de pronto lo quería a él... ¿Sólo para tener una aventura?, ¿Era eso lo que quería decir? ¿Y qué deseaba él?, ¿Lograría comprenderlo algún día?


-Tú eres mi aventura, Pedro -susurró ella-. Te deseo. Y tú quieres tener una aventura conmigo, por eso echaste a perder mi relación con Ignacio, ¿Recuerdas? Me lo dijiste, así que vamos, acabemos con esta obsesión. 

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