martes, 30 de abril de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 45

Paula vagó por la tienda de juguetes. Aquél era su último día con veintinueve años. ¿Cómo podía haberle ocurrido algo así? Una persona de treinta años era una persona madura alguien que sabía qué hacer con su vida, casada y madre. Ella, en cambio, ni siquiera tenía a alguien especial junto al que despertar al día siguiente, alguien que la abrazara medio dormida, susurrando que aún la amaba a pesar de haber cumplido tantos años. Se detuvo ante la sección de instrumentos musicales. Sí, necesitaba aporrear algo.


-¿Una batería? -dijo Romina horrorizada.


-Es muy terapéutica -comentó Paula en su defensa-. Cuando Milo se enfade, puede aporrear el tambor y desarrollar su talento artístico al mismo tiempo.


-Lucas, Paula le ha comprado a nuestro hijo una batería -anunció Romina no, muy contenta.


-Te dije que antes o después acabaría por castigarnos por obligarla a salir con Julián -contestó Lucas con idéntica expresión de horror.


-Bueno, ya basta. También le he comprado un juego de científico. Mira, Milo acaba de descubrir que le cabe la cabeza en la caja. Basta con que tires todos los tubos de ensayo.


Romina recogió al niño, le sacó la cabeza de la caja y preguntó:


-Esa batería, ¿Viene con tapones para los oídos para los padres?


-Me temo que no -respondió Paula.


-Bien, entonces voy a dictar ahora mismo una nueva regla: Milo podrá tocar la batería cada vez que su tía Paula venga de visita.


El timbre de la puerta sonó. Romina puso a Milo en brazos de Paula y rogó:


-Ayuda al niño del cumpleaños a recibir a sus invitados, ¿Quieres? Iré a preparar café. Parece que la gente se adelanta.


Paula llevó al niño a la puerta y abrió, quedándose inmediatamente atónita.


-¡Pedro! -exclamó casi tartamudeando, incrédula.


-Sí, el mismo. 


-¿Qué haces tú aquí?


Era maravilloso volver a verlo, aunque Paula no sabía si creer lo que veían sus ojos. Romina pasó por delante de ella y abrazó a Pedro con la mayor naturalidad. Le quitó a Milo de los brazos y se lo tendió a él. ¿Qué estaba ocurriendo? Sólo había un modo de averiguarlo. Lea se aclaró la garganta y preguntó:


-¿Qué pasa aquí? No sabía que se conocieran-dijo.


Pedro esbozó una expresión de culpabilidad. Romina en cambio parecía encantada.


-¡Sorpresa! Tu Pedro es mi hermanastro Pepe -explicó Romina.


-¿Y tú lo sabías...? -preguntó Paula en dirección a Pedro.


Le había dicho cien veces que con él se sentía a salvo porque era un extraño, que lo que le contaba era absolutamente confidencial, y que no quería que ningún amigo hablara de ello a su espalda. Por supuesto que Romina conocía sus planes desde el principio, pero era la única. Y Pedro no se había sorprendido al verla en el cumpleaños de Milo, así que él también debía saber que Romina y ella eran amigas desde el primer momento.


-Fue culpa mía -se acusó Romina-. Fui yo quien le pidió a Pedro que te vigilara.


-¿Que me vigilara? -repitió Paula.


-El día de tu... Cita con Julián -explicó Romina mirándolos a los dos y comprendiendo que quizá hubiera debido omitir ese último detalle-. Quiero decir...


Todo comenzaba a cobrar sentido... Un horrible sentido.


-¿Quieres decir que todo estaba planeado, que mandaste a Pedro a espiarme? -continuó preguntando Paula, alzando la voz-. ¿Le pediste a Pedro que me rescatara de Julián?


-No, Paula, no fue así -contestó Romina-. Estaba preocupada por tí, sólo quería que te vigilara por si la cosa se ponía fea.


-Rescatarte fue idea mía -declaró Pedro-. No formaba parte del plan. Fue algo... Impulsivo. Y no podía confesarte que Romina es mi hermanastra por que había prometido guardar el secreto. Lo siento -se disculpó Pedro mirándola brevemente a los ojos-. No pretendía engañarte. 

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