-¿No has conocido jamás a ninguna mujer especial?
-Sí, a una, una vez. Pero no funcionó. Ella quería... -Pedro se interrumpió y se aclaró la garganta-. Será mejor volver a nuestra lista.
-¿Quena tener hijos? -adivinó Paula abriendo inmensamente los ojos, horrorizada-. Ella quería hijos y tú no, ¿Verdad? ¿Era eso lo que ibas a decir?
Pedro asintió. Se sentía como una rata. Paula lo catalogaría bajo la misma etiqueta que a su ex novio. Pero no se arrepentía. En aquel momento había sentido pánico, ni siquiera era capaz de imaginarse a sí mismo casado y con hijos.
-Sí, no estaba preparado, así que rompimos y yo me marché un año a Alemania.
-¿A Alemania? -repitió Paula dejando caer el tenedor-. ¿Te marchaste a Alemania?
-Eh... Sí.
-Alemania, Europa... ¿Al otro lado del océano?
-Sí, la misma.
-¿Me estás diciendo que te alejaste deliberadamente de la mujer que quería tener hijos contigo?
-Tenía una posibilidad de trabajar allí y la aproveché -musitó Pedro-. La relación había terminado, era un buen momento para alejarse de todo, para reflexionar. Y beber cerveza, claro.
-Antes has dicho que no debía mencionar el tema de los niños al menos durante el primer año -repuso Paula-. ¿Cuánto tiempo llevabas con esa chica antes de romper?
-Bastante -contestó Pedro tras una pausa. .
-Más de un año -imaginó Paula-. ¿Ves a qué tengo que enfrentarme? Un paso en falso y mi príncipe hará la maleta y se marchará a Tombuctú. ¿Por qué son tan difíciles los hombres?
¿Los hombres? Pedro no lo dijo en voz alta, pero Paula pudo leer esa misma pregunta con respecto a las mujeres en su rostro. ¿Por qué las mujeres eran tan difíciles?
-Es por el cromosoma Y -explicó Romina mientras leía una receta en la cocina-. ¿Sabes? En realidad esa Y es una X coja. Por eso son tan inútiles, los pobres. Pero tienen sus ventajas si se les doma. Creo que voy a hacer una tarta con forma de serpiente para el cumpleaños de Milo. Tú qué crees, ¿Vainilla o chocolate?
-Romina, estamos hablando de hombres, no de perros. No niego que a veces su comportamiento sea muy similar, pero no estoy dispuesta a poner una escuela de doma en casa -contestó Paula.
-¿Chocolate o vainilla? -insistió Romina.
-Chocolate. ¡Pero si faltan semanas para el cumpleaños!, ¿Por qué haces la tarta ahora?
-Para practicar. Chocolate, bien. ¡Y no subestimes la importancia de la disciplina! Se nota que no has vivido nunca realmente con un hombre. Espera a tener el suelo regado de calcetines sucios, ¡Ya verás! -sonrió Romina maliciosamente sin levantar la vista de la receta-. Así que buscas a tu perrito perdido, ¿Eh?
-¡Romina! Creía que ibas a ser comprensiva y a apoyarme, no a reírte de mí - le reprochó Paula.
-Lo siento. Comprensión y Apoyo, sí. Por un momento lo olvidé.
-Quizá la idea de Pedro de acudir a un banco de esperma no sea tan mala después de todo -musitó Paula.
-¿Te ha sugerido que acudas a un banco de esperma? -repitió Romina alzando la cabeza perpleja. -No, sólo dijo que si lo que quería era un niño, no me hacía falta salir con hombres.
-Y tiene razón.
-Puede, pero a mí no me sirve esa solución -declaró Paula-. Yo no quiero sólo un niño, quiero una familia. No quiero hablarle a mi hijo de probetas cuando me pregunte por su padre.
-¿Y Pedro? Lo viste anoche, ¿No? ¿Cómo es?,¿Alguna segunda impresión en particular?
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