jueves, 11 de abril de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 26

 -No es tan complicado, Paula. Es cuestión de sentido común.


-Claro, no es complicado -repitió ella-. Comparado con la física cuántica o la neurocirugía.


-¡Eh!, relájate -recomendó Pedro tocando su mano-. Piensa en ello como si se tratara de un proyecto.


-Bien, ¿Qué te parece el Acuario? Es romántico, pero no demasiado. Y está lo suficientemente lleno de gente como para que resulte seguro. Si el tipo es horrible se puede estar sólo media hora, pero si es maravilloso podemos estar horas. Es divertido. ¿Qué te parece como mensaje?


-Excelente -contestó Pedro poniéndose en pie para despedirse-. Espero la llamada de esa misteriosa desconocida.


-¿Qué?


Pedro sonrió, le guiñó un ojo mientras se ponía la chaqueta, y contestó:


-Querías practicar, así que pasaremos por todo el ritual. Fingirás que soy uno de los tipos de la agencia y me llamarás para pedirme una cita.


-¡Pero Pedro, eso es una tontería!


Pero Pedro se había marchado ya. Paula lo oyó echarse a reír justo antes de abrir la puerta y gritar:


-¿Es una tontería, preciosa? Tontería es la palabra clave de nuestra misión.




Paula esperó unos minutos, se dirigió al dormitorio y se acurrucó en la cama dispuesta a llamar. Frida tuvo la atención de acompañarla.


-¿Sí?


-Hola, Pedro.


-¿Quién llama, por favor?


Paula giró los ojos en sus órbitas y suspiró. Bien, seguiría el juego.


-Me llamo Paula, me han dado tu nombre en la agencia de citas...


-Ah, sí, me dijeron que quizá recibiera tu llamada esta semana. La esperaba ansioso.


-Eh... ¿Quieres que salgamos juntos, entonces? -preguntó Paula.


-Por supuesto, ¿Has pensado en algún sitio?


-Se me ocurrió que quizá pudiéramos ir al Acuario, ¿Has estado allí alguna vez? 


-No, la verdad es que no. Bueno, desde que tenía diez años -puntualizó Pedro.


-¡Estupendo! Mañana es sábado... ¿Digamos a las dos en punto?


-Sí, bien.


-Fantástico, entonces nos vemos allí. 


-¡Espera! -gritó Pedro.


 -¿Sí?


-¿Cómo te reconoceré?


-¡Oh, Dios, Pedro...!


-¿Cómo dices?


-¿Seguro que no actuaste en el teatro del colegio?


-¿Te han dado una foto mía en la agencia, quizá? -preguntó Pedro a su vez.


-No. ¿Qué te parece si te espero junto a las pirañas con aire de mujer perdida y sola?


-Trato hecho, yo llevaré una rosa roja.


-¡Oh, vamos, Pedro! ¿Una rosa roja? Es demasiado típico.


-Lo siento, ¿Prefiere la dama que lleve la rosa blanca? -inquirió Pedro.


-Una rosa roja, de acuerdo -accedió Paula a punto de echarse a reír-. Tú, yo y las pirañas. Hasta mañana.


-Espero ansioso esa cita. Buenas noches.


-Buenas noches. ¡Pedro, espera!


-¿Sí?


-Eres fantástico, lo digo en serio. Gracias. Te estoy realmente agradecida.


-De nada. Buenas noches, Paula -contestó Pedro tras una pausa.


Paula colgó, suspiró y apoyó la cabeza en la almohada. La gata abrió un ojo y volvió a cerrarlo enseguida. ¿Llevaría Pedro de veras una rosa en la solapa?



La llevaba. Quizá fuera ésa la razón por la que el inocente Acuario le resultó tan romántico. O quizá fuera por la compañía, se dijo Paula. Le costaba trabajo ver las cosas en su verdadera perspectiva, pero en esa ocasión era una ventaja. De ese modo el ensayo parecía realmente una cita. 

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