jueves, 4 de abril de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 20

 -Bien, eso nos lleva de vuelta al punto número uno: Cómo conocer hombres.


Paula suspiró hastiada e inclinó la cabeza hacia delante hasta tocar la mesa.


-Yo podría presentarte a algunos amigos míos -sugirió Pedro.


-No -negó Paula enderezándose y sacudiendo la cabeza-. Eso crearía una situación muy complicada entre nosotros, sobre todo si la cosa va bien. No, mejor desconocidos.


-De acuerdo. Entonces, ¿Por qué no lo intentamos con una agencia?


-¡Dios! -exclamó Paula cerrando los ojos aterrada.


-¿Quieres elegirla tú o la elijo yo?


-Las Páginas Amarillas están en el tercer estante, el ordenador en el salón - indicó Paula.


Pedro se echó a reír, se puso en pie y puso una manó en su hombro, diciendo:


-Tranquila, no es para tanto. Vamos, ven a ver qué encontramos en Internet.


-Entonces, ¿No has probado nunca ninguna agencia? -volvió a preguntar Paula.


-No.


-Pero alguna vez habrás sufrido alguna cita horrible, ¿No?


-Como todo el mundo.


-Cuéntame cómo fue la peor de todas -pidió Paula. 


Pedro miró fijamente la pantalla del ordenador y contestó:


-No, prefiero no acordarme. Recordar los detalles puede tener consecuencias desastrosas. Para los dos.


-Vamos, cuenta, ¿Cómo fue? 


-¿No quieres darme tus datos para que los introduzca en el ordenador? Sólo estás tratando de retrasar la búsqueda -sonrió él volviendo la cabeza.


-¡Pero mira, eso no es ni siquiera una agencia! -exclamó Paula mirando la pantalla-. Es sólo un sitio de citas. Y muy sospechoso. ¿Ves esa foto?


-Es lo primero que ha salido -se encogió de hombros Pedro-, pero escribir tus datos no va a matarte. Siéntate aquí -ordenó levantándose-. Será mejor que lo escribas tú.


Paula le cambió la silla de mala gana y comenzó a escribir sus datos. Le faltaban sólo unas pocas semanas para cumplir treinta años.


-Leer, cuidar plantas, cocinar... -leyó Pedro frunciendo el ceño.


-¿Algún problema?


-No, pero pareces treinta años mayor.


-¡Hay muchas jóvenes a las que les gusta cuidar plantas! -se defendió Paula-. Eso son prejuicios.


-Aun así, funcionan. ¿No tienes otras aficiones? ¿Cine?, ¿Música?, ¿Bailar?, ¿Leer novelas románticas?


-Sí, supongo.


-¿Cuál? -siguió preguntando Pedro.


-Todas, más o menos. Excepto las novelas -contestó Paula-. No quiero dar la impresión de que soy una romántica en busca del verdadero amor. Prefiero dar la imagen de compañera compatible.


-Bien, nada de amor verdadero. Sólo una compañera con un carácter compatible. Escríbelo.


-¿Por qué tengo la sensación de que no lo apruebas? -preguntó Paula.


-No es que no lo apruebe, es que es triste conocer a alguien tan desilusionado como para tener ese punto de vista tan cínico.


-Pues tú tampoco eres adicto a los finales felices, que digamos.


-No, pero creo que puede ocurrir -repuso él.


-¿En serio?


-Sí, todo es posible. A veces. Quizá me ocurra dentro de unos años... Pero no antes de los treinta y cinco. No pienso casarme antes -afirmó Pedro.


-Entonces, ¿Crees en el amor? 


-Bueno, con el amor ocurre como con Santa Claus: Puede que exista, pero no puedo afirmarlo ni negarlo hasta no tener una prueba de peso.


-Así que eras un niño cínico, ¿Eh? -preguntó Paula.


-No, sólo razonable.


-Bueno, señor Spock, ya he escrito mis datos. Y ahora, ¿Qué?


-Busca algo interesante -contestó Pedro pasando las hojas de las Páginas Amarillas.


-Pedro...


-Relájate, Paula, no va a ocurrir nada que tú no quieras. Sólo estamos buscando. Sigue con el ordenador mientras yo miro en las Páginas Amarillas. ¿Quién sabe? Quizá tu alma gemela esté a un solo «Click».


Paula obedeció de mala gana. El ordenador le propuso una lista de candidatos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario