-Bueno, es comprensible -contestó Pedro.
-Yo nací cuando mis padres eran muy mayores, y soy hija única. Ahora tienen setenta años, así que si quiero que mi hijo conozca a sus abuelos, más vale que me dé prisa. Además, el día que falten mis padres sólo me quedarán unos primos a los que no veo desde hace años.
-Y por eso quieres tener una familia -concluyó Pedro.
En ese momento apareció un hombre en el dintel de la puerta.
-¿Paula Chaves?
-Sí, soy yo -contestó Paula poniéndose nuevamente muy nerviosa.
-Bienvenida, soy Antonio Fowler -contestó él estrechándole la mano-. ¿Y usted es?
-Pedro Alfonso.
-¿Y su relación...?
-Soy su consultor para citas -explicó Pedro con naturalidad.
¿Por qué no había dicho simplemente que era un amigo?, se preguntó Paula.
-Su consultor para citas, comprendo -comentó el señor Fowler-. ¿Y en qué difiere su trabajo del mío?
-Usted encuentra al hombre, yo la ayudo a formarse un juicio acerca de él.
-Comprendo -repitió el señor Fowler indicándoles que pasaran sin poner más pegas.
La entrevista comenzó de inmediato, pero no duró mucho. Ni tampoco fue desagradable, para sorpresa de Paula. A los diez minutos de entrar el señor Fowler abrió un cajón y sacó unos papeles, diciendo:
-Estos son tests de personalidad. Si los rellena usted, nos ayudará a encontrar a su pareja.
-¿Tengo que hacerlo ahora? -preguntó Paula observando el grosor del montón de hojas.
-Puede llevárselos a casa y devolverlos mañana si lo prefiere.
-Bien, lo prefiero. Y luego, ¿Qué?
-Introducimos sus datos en el ordenador. Por lo general salen unas cuantas parejas que pueden encajar. Entonces nosotros los entrevistamos. y comprobamos que el ordenador ha hecho una buena selección. Luego, cuando tenemos por fin un par de candidatos, nos ponemos en contacto con usted y le ofrecemos los nombres y números de teléfono. Y después... Depende de usted. Puede ponerse en contacto con ellos o no, es su elección.
-¿Les dan mi número de teléfono? -preguntó Paula.
-No -negó el señor Fowler con la cabeza-. Sólo proporcionamos los números a las mujeres, es una de nuestras normas de seguridad. Usted los llama, y si todo va bien concierta una cita. Si las cosas no salen bien, vuelve aquí y le buscamos otra pareja.
-Bien -suspiró Paula-. Entonces ahora tengo que esperar a que se pongan en contacto conmigo y luego llamar, ¿No?
-Exacto -confirmó el señor Fowler.
Al menos tendría unos días para prepararse.
Pedro la agarró de los hombros nada más salir a la calle.
-¿Lo ves? No era para tanto. No hacía falta que estuvieras despierta y preocupada toda la noche.
-¿Cómo sabes que...?
Pedro acarició su rostro por encima de los pómulos y contestó:
-Tienes ojeras.
-Estupendo. Bueno, ya está. Tengo un par de días para librarme de las ojeras y prepararme para impresionar a mi pareja. Y creo que saldrá bien, la agencia parecía muy profesional.
-Sí, he estado investigándola -asintió Pedro-. Tiene una reputación excelente. Es cara, pero merece la pena.
-¿Me ayudarás a rellenar los tests?
-No creo que sea buena idea, son tests de personalidad. No se deben falsear los datos.
-Es verdad -asintió Paula reacia a dejarlo marchar-. Bueno, pero déjame que te prepare la cena, te lo debo.
-Gracias, me apetece cenar contigo -respondió Pedro-. Pero no me debes nada. Me pagas por mi trabajo, ¿Recuerdas?
-Sí, y ya que lo mencionas...
-¡Ah, ah!
-Exacto, no has cobrado el cheque -lo acusó Paula-. Lo he comprobado.
-No he tenido tiempo.
-Pedro, ese dinero es tuyo. Si no cobras el cheque encontraré otro modo de pagarte -lo amenazó Paula sonriendo-. Ya sé... Te compraré una escultura.
-Cobraré el cheque -se apresuró a decir Pedro riendo-. Por favor, esculturas, no.
Una hora más tarde Pedro preparaba una ensalada mientras Paula, que seguía rellenando tests de personalidad, se olvidaba por completo de la cena. Aquellos cuestionarios parecían satisfacer su mente estadística. Ella sólo tenía ciertas reservas en torno al modo en que la agencia haría los cálculos pero, por lo demás, aprobaba todo el proceso. Al ver que el agua hervía él se había hecho cargo de la cena sin que ella se diera siquiera cuenta.
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