jueves, 18 de abril de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 34

 -Gracias, Pedro, te lo agradezco de verdad. Lo sabes, ¿No? -preguntó Paula abrazándose a él sin esperar respuesta y besándolo en la mejilla-. Eres buen chico para ser un conquistador. Menos mal que no salgo contigo, ¿Eh? - bromeó  guiñándole un ojo.


-Exacto, sales con Ignacio Cameron.


-Sí, y tengo algunas preguntas de última hora. 


-Dispara -afirmó Pedro.


-Bien, voy a una cita con un completo extraño. Al final de la velada... ¿Se supone que debo besarlo?


 -No debes hacer nada que no quieras.


-¿Pero cuál es la norma? -insistió Paula-. ¿Qué se suele hacer?


-No tienes por qué hacer lo mismo que los demás, Paula. Tú eres tú.


-Sí, pero yo quiero pasar la prueba, hacer lo que hace la mayoría. ¿Con beso o sin beso?


-Sin beso -contestó Pedro rindiéndose al fin.


Paula pareció aliviada por una fracción de segundo, pero inmediatamente su rostro volvió a adoptar una expresión de preocupación.


-¿Seguro?, ¿No besas tú a tu pareja en la primera cita?


-No estamos hablando de mí, y como estás muy nerviosa lo mejor es que no haya beso -decidió Pedro.


-¿Pero qué espera él?, ¿Qué esperas tú de tu primera cita?


-Nada -respondió Pedro.


-¿En serio?


-En serio, no hay expectativas.


-¿Seguro? -insistió Paula poco convencida-. Porque he leído un artículo que decía que se debía besar en la primera cita, pero los besos debían ser como máximo de dos segundos y sin... Ya sabes, sin lengua.


Pedro alzó la vista al techo y respiró hondo. Luego dijo:


-Paula, a veces parece que tienes dieciséis años. ¿Dos segundos y sin... « Ya sabes», sin lengua?


-Lo decía el artículo, y no era para adolescentes -alegó Paula con cierta culpabilidad-. Pero tienes razón, no debería sentirme tan insegura -añadió revolviéndose el pelo con frustración, comenzando a caminar de un lado a otro-. ¡Oh, Dios, Pedro, qué lío! No debería salir. Soy uña estúpida, ¿Verdad? ¡Esto es un lío! Quizá debiera simplemente...


-Paula... -la interrumpió Pedro agarrándola de la muñeca-: relájate.


-¿Por qué has accedido a hacer esto, Pedro? Es ridículo. ¡Te estoy preguntando cómo debo besar a un hombre, por el amor de Dios! Supongo que debería estar agradecida por el hecho de que no...


Paula estaba ruborizada, tenía los ojos inmensamente abiertos y las manos frías, temblorosas. Pedro abrió la boca dispuesto a decir algo constructivo que la calmara, pero de pronto, sin saber cómo, la besó. No lo había planeado, no tenía ni idea de qué iba a ocurrir hasta que sus manos se enredaron en los cabellos de ella y alzaron su rostro. Fue un movimiento rápido, sorprendentemente apasionado, y cuando acabó él sintió que había sido un error. Aun así, satisfecho en cierto modo, Pedro se negó a lamentarlo. La tensión entre los dos había estado ahí desde el principio, desde la noche en que se conocieron. Había llegado la hora de liberarla. Paula se quedó en silencio durante una eternidad. Pedro tampoco habló, simplemente la miró. Ella respiró hondo y se llevó un dedo a los labios. Fue un gesto tan significativo, tan inconsciente, que él tuvo que reprimirse para no volver a hacerlo. Entonces ella alzó los ojos inquisitivos hacia él.


-Eso ha sido muy interesante, Pedro. ¿Es así como debo besarlo?


Pedro se metió las manos en los bolsillos y la miró. A veces atacar era el mejor modo de defenderse, pensó. Los labios de Paula eran suaves, y además ella le había correspondido en la misma medida en que había actuado él. Aunque por supuesto Lea tenía otros planes. Sí, para ella era sólo un entrenamiento.


-No, ya te lo he dicho: Sin beso. Así es como no debes besarlo.


-Comprendo -contestó Paula-. Lo has hecho para demostrarme lo que no debo hacer.


-No, lo he hecho para que te callaras y te tranquilizaras -negó Pedro.


Ella sacudió la cabeza confusa y dijo: 


-¡Qué gracia!, pues no me ha tranquilizado. 


-Bueno, lo hago lo mejor que puedo. Al menos he conseguido que te callaras diez segundos.


Paula hizo un gesto de mal humor y frunció el ceño.


-Si sigues frunciendo el ceño así, te van a salir arrugas -advirtió Pedro. 

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