jueves, 11 de abril de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 27

Pedro se mostró encantador e infantilmente emocionado ante la exposición. Ladeaba la cabeza y le sonreía haciendo comentarios y produciendo en ella un efecto devastador. La tomaba de la mano y la llevaba de un sitio a otro. No la soltó hasta que salieron y vieron de nuevo la luz del sol. Contando el tiempo transcurrido en la cafetería, en total estuvieron en el Acuario casi tres horas y media.


-Ha sido divertido -comentó él-. ¿Te llevo a casa?


Paula abrió la boca para responder que sí, pero su forma de mirarla la detuvo. Debía guardar ciertas precauciones con el supuesto extraño. ¿Por qué Pedro llevaba el juego tan lejos?


-No, gracias, tomaré un taxi. Tengo tres guardaespaldas esperando en casa y cinco amigas que llamarán a la policía, si no vuelvo en el plazo de una hora.


-Excelente -contestó Pedro alargando una mano.


Paula la estrechó, pero su corazón echó a galopar al verlo inclinarse hacia ella. ¿Y todo por un beso en la mejilla?, ¿No era de lo más patético?


-Estaremos en contacto -se despidió Paula. 


-Estupendo, Paula, has pasado el examen. Con buena nota. Ni un solo paso en falso. Estás lista para salir a escena.


-¿En serio?


-Sí, ahora sólo hay que esperar.


-Esperar al día D -repitió Paula respirando hondo-. Lo tengo marcado en rojo en el calendario.




El día D llegó demasiado pronto para gusto de Paula. Había estado retrasándolo deliberadamente. Además, en lugar de imaginar un futuro perfecto con una pareja perfecta, su mente insistía en rememorar una y otra vez el encuentro con Pedro. Por un lado eso la distrajo y evitó los nervios, pero por otro resultaba inquietante. Por no mencionar el hecho de que guardaba cuidadosamente la rosa roja que él había llevado al Acuario. Por fin había llegado el día D. Pedro la llamó a la oficina para recordarle que iría a recogerla. La agencia tenía buen aspecto, pensó mientras esperaban en la sala de espera. Estaba nerviosa, se aferraba a la mano de Pedro como una niña asustada. Pero la cosa no podía ser tan terrible, se repetía. Sólo una pesadilla.  


-Relájate, Paula. Si sigues apretándome la mano así, vas a cortar la circulación de la sangre a los dos. ¿Por qué estás tan nerviosa? -preguntó Pedro.


-Jamás pensé que vendría a un lugar como éste. Ni muerta.


-Bueno, no estás muerta.


-Aún...


-¿Sabes? Si me agarras así el empleado va a pensar que venimos a buscar a una tercera persona para completar el trío -rió Pedro.


-¿En serio?, ¿Crees que se ocuparán también de cosas así? No deberíamos estar aquí. Vámonos -afirmó Paula poniéndose en pie.


Pedro la agarró de la chaqueta, la hizo volver a sentarse y le tendió una revista.


-Estaba bromeando, esta agencia tiene una reputación excelente. Toma, lee esto, así te distraerás.


-Justo lo que necesito, otro artículo acerca de la etiqueta en la primera cita -musitó Paula pasando páginas-. Ojalá escribieran artículos más prácticos, artículos sobre cómo conocer a hombres sensatos, deseosos de fundar una familia y a los que no les preocupe toda esa tontería del amor y el sexo.


-Esa tontería del amor y el sexo es la piedra angular sobre la que se asienta la familia, ¿No crees?


-Supongo, pero estoy convencida de que el amor puede surgir de una buena relación a nivel práctico, ¿No te parece? -preguntó Paula.


-No lo sé.


-Bueno, de todos modos no me queda tiempo, ¿Verdad? -siguió preguntando Paula.


-No estoy de acuerdo, ya te lo he dicho. Sólo vas a cumplir treinta años, aún tienes tiempo.


-Sí, pero no lo digo sólo por mí, también es por mis padres. No saben que he roto con Nicolás.


-¿Qué? -preguntó Pedro atónito.


-Viven lejos y que no los veo muy a menudo -explicó Paula encogiéndose de hombros-. Opté por la política de hechos consumados, y decidí que ya se lo diría todo cuando tuviera otro novio y estuviera embarazada. En realidad es patético, ¿Verdad? 

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