-¿Sabes? Muchas de estas preguntas tienen realmente mucho sentido - musitó ella.
-¿Te sorprende? -preguntó Pedro-. Mejor, así te arrancarán tus más profundos secretos.
-En serio, es muy lógico -insistió Lea-. Te preguntan tu opinión acerca de la familia, los hijos, temas de moral, de política. Ni siquiera tendré que preguntarle a mi pareja si quiere tener hijos, forma parte de la información básica. Y no me emparejarán con nadie que no quiera tenerlos. Estoy impresionada.
-Bien.
Pedro comenzó a poner la mesa, de modo que Paula se vió obligada a recoger los papeles.
-Lo siento, se suponía que era yo quien haría la cena. Se me olvidó.
-Tranquila, sólo falta poner la mesa.
-Así que sabes cocinar, ¿Eh? -añadió Paula.
-Claro -respondió Pedro guiñándole un ojo-. No se puede ser un soltero empedernido y no saber cocinar.
-Por supuesto, la comida rápida acabaría con tu figura y tus posibilidades de atraer a las chicas.
-¿Quieres decir que las mujeres sólo me quieren por mi cuerpo? -bromeó Pedro fingiendo indignarse-. ¿Y qué hay de mi personalidad, mi inteligencia y mi encanto irresistible?
-Por no mencionar tu ego. Siéntate, yo pondré la mesa.
Pedro se apoyó en la pared y se cruzó de brazos, observándola sacar las cosas del armario.
-¿Es ésa una de las cosas de las que debe carecer tu hombre ideal, de un fuerte ego?
-Busco a un hombre hogareño, no a un conquistador empedernido - respondió Paula-. Y desde luego no debe tener un ego colosal. Hay una silla ahí debajo, la traje del dormitorio para tí.
-¿Para mí? -preguntó Pedro sonriendo-. ¡Qué considerada!
-Bueno, más vale que vaya acostumbrándome a tener a alguien en casa.
-No lo dices con mucho entusiasmo.
-Es que cuesta acostumbrarse.
-He estado pensando... -continuó Pedro-. No creo que sea buena idea casarse tan pronto, después de haber tenido sólo un novio.
-¿Qué quieres decir? -preguntó Paula probando la cena-. Mmm, esto está bueno, Pedro, mejor que lo que pensaba preparar yo.
-Quizá no te des cuenta de lo que estás a punto de perderte. Deberías echar una cana al aire antes de casarte, tener una aventura.
-¿Una aventura? Yo no tengo aventuras -afirmó Paula.
-¿Cómo?, ¿nunca?
-¿Te refieres a aventuras de una sola noche con un completo desconocido? No, jamás.
-Bueno, me refiero a una aventura con alguien hacia quien te sientas atraída... Sin compromisos.
-¿Y no puedo tener esa aventura y luego el compromiso y todo lo demás? -preguntó Paula.
-Claro, si encuentras con quién.
-Bien, pues centrémonos en eso -recomendó Paula.
-Está bien, tú eres la jefa. Pero sigo pensando que lo que necesitas es tener una aventura.
La sugerencia era interesante, se dijo Pedro. ¿Y en quién había pensado para tener la aventura con ella?
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