-De mi edad, más o menos -contestó Paula-. No mucho más joven, ni mucho mayor. Podría ser complicado.
-Bien, ¿Y de aspecto?
-No tengo preferencias -dijo Paula encogiéndose de hombros-. No soy exigente, me basta con una persona sencilla de buen aspecto. No tiene por qué ser guapo, aunque en realidad eso tampoco estaría mal.
-¿Aficiones?
-Me da igual, con tal que no sean obsesivas...
-Está bien, dejémoslo. Espero que los de la agencia tengan más suerte que yo dibujando un perfil de lo que quieres.
-Soy flexible -objetó Paula-. Y eso facilita las cosas, ¿No? ¿Cómo crees que buscan exactamente a una persona que encaje?
-Supongo que buscan a alguien con intereses parecidos, que tendrán en cuenta los valores y puntos de vista políticos, y ese tipo de cosas.
-¿Sí?, pues espero que no busquen a alguien idéntico a mí. Los contrarios se atraen, ¿Sabes?
-Sí, lo sé.
-Vendrás conmigo, ¿Verdad? -rogó Paula.
-¿A la agencia?, ¿Para qué?
-Formas parte del plan.
-Claro, te acompañaré -contestó Pedro encogiéndose de hombros.
-¡Ah!, y ahora que me acuerdo, te debo un cheque por tu trabajo de esta semana.
-Ya te lo he dicho, no quiero tu dinero.
-No quiero que lo hagas como un favor, Pedro. Quiero que se trate de algo profesional. Negocios -explicó Paula sacando un cheque y rellenándolo- . Toma.
-¡Vaya! -exclamó Pedro mirando la cifra y parpadeando-. Me extraña que alguien pueda pagar mis servicios.
-Es lo que cobra un consultor normal, y será mejor que lo hagas efectivo - advirtió Paula.
-Haré un buen uso de este dinero -contestó Pedro guardándoselo.
Paula observó un brillo extraño en sus ojos que la hizo sospechar. Comprobaría en el banco si él había hecho efectivo el cheque. De pronto sonó un reloj en la cocina, y se puso rápidamente en pie, diciendo:
-La cena está lista. Vamos, nos merecemos un descanso.
Durante la cena Lea cambió de conversación, pasando a hacerle preguntas a él.
-¿Y tú, Pedro, qué buscas?
-¿A qué te refieres?, ¿Al amor?
-Sí, te gusta salir con chicas, ¿No?
-Claro, es divertido -respondió él.
-¿Qué es lo que te resulta tan divertido?
-Conocer a gente, pasar la velada con alguien. Es divertido. A veces.
-¿Qué buscas en una mujer? -siguió preguntando Paula.
-¿Es que quieres devolverme el favor y buscarme esposa?
-No, no creo que sirva de nada. Porque no quieres tener familia ni hijos, ¿No?
-Quizá, algún día -respondió Pedro-. Hace tiempo me juré a mí mismo que no me casaría hasta después de los treinta y cinco.
-¿Y por qué treinta y cinco precisamente?
-En aquel entonces tenía diecinueve. Quizá ahora que me acerco a los treinta y tres haya llegado el momento de reconsiderarlo, pero entonces me pareció que a esa edad mi vida habría terminado, así que podía malgastarla criando niños -explicó Pedro.
-¿No te gustan los niños?
-Claro, tengo muchos sobrinos. Y me encantan.
-¿Entonces...?
-Bueno, tenía diecinueve años -respondió Pedro encogiéndose de hombros-. Mi hermano se divorció a los veintitrés, y mis padres más o menos lo mismo. Yo crecí sin padre. Creo que la gente se precipita al casarse, y al final acaba haciendo daño a sus hijos.
-¿Y nunca has cambiado de opinión?
-No, tampoco he tenido ninguna razón. Me gusta la vida que llevo -declaró Pedro.
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