martes, 23 de abril de 2024

Mi Destino Eres Tú: Capítulo 38

 -Paula, tienes que mirarte al espejo. Ahora mismo.


Pedro la arrastró al baño. Ella obedeció. Sus miradas se encontraron en los reflejos. Paula estaba muy tensa.


-Mírate, estás aterrada, prácticamente parece que sientes náuseas. Si eso es lo que sientes ante la idea de besarlo, definitivamente no es la persona con la que debes concebir un hijo.


-No, no es eso, Pedro -negó Paula-. Ignacio me gusta, en serio. No creo que fuera... Terrible ni nada de eso. Es amable, divertido, mono. Ignacio no tiene nada de malo.


Paula se volvió y apoyó la frente en el pecho de Pedro. Lo hacía a menudo. Y el gesto le hacía desear abrazarla, impedir que se marchara con otro hombre.


-¿Acaso falla en tu examen sexual mental? 


-No exactamente.


-¿Qué quieres decir? -siguió preguntando Pedro.


-Ignacio es... Es difícil de explicar. La verdad es que no he hecho ese examen mental con él porque la idea de besarlo me da... Miedo. No sé por qué. Hasta ahora él parece perfecto para mí, debería querer besarlo.


-¿Y cuál es el problema entonces?


-No lo sé, sencillamente no me parece bien. Serán los nervios, ¿No? Me encontraré bien cuando lo haya hecho, ¿Verdad?


-Creo que no me pagas lo suficiente para este trabajo -declaró Pedro hastiado-. Necesitas un psicoterapeuta, no un consultor.


Pedro estaba de mal humor, y negarlo no servía de nada. Su comportamiento no era del todo honesto, no pensaba en los intereses de Paula ante todo. No le gustaba la idea de que ella besara a Ignacio Cameron. En absoluto. Ella apartó la cabeza, pero permaneció cerca de él.


-¿Qué crees tú?, ¿Debo besarlo esta noche? -insistió ella.


-Paula, ¿Es que vas a planear cada detalle por adelantado?, ¿Vas a calcular las probabilidades y los márgenes de error de cada acción?


-Si puedo...


-Bien, pues hazlo. ¡Pero a mí déjame en paz! Esto es cada día más absurdo.


-¿Dejarte en paz? -repitió Paula-. Tú eres el experto, estás aquí para ayudarme. Éste es un paso muy importante, y no quiero estropearlo.


-¡Piensa en lo que me estás pidiendo! No voy a darte un plano detallado del primer beso, Paula. ¡Olvídalo! -exclamó Pedro deseando darse de cabezazos contra la pared. 


-¿No puedes darme alguna pista?


-¿Qué diablos quieres, Paula?, ¿Una demostración?


-¡Por supuesto que no! -gritó ella, bajando luego la voz y añadiendo-: Crees que soy ridícula, ¿Verdad?


-Pues sí, ya que lo preguntas, lo creo.


-Crees que soy estúpida y patética, ¿Verdad?


-¡No! -gritó Pedro deseoso de zarandearla-. Paula, deja ya de ser tan insegura. ¡Es insoportable!


-¿Te resulto insoportable?, ¿Estás harto de mí?


-¡Sí! Me pone enfermo ver lo que haces. Eres encantadora, inteligente, divertida, atractiva. No tienes ninguna razón para sentirte insegura.


-¿Crees que...?


Pedro jamás había sido de la opinión de que hacer callar a las mujeres besándolas fuera una estrategia particularmente inteligente, pero no obstante lo repitió por segunda vez. Los labios de Paula eran suaves y seductores a pesar de haberse quedado paralizada por la sorpresa, y además ella respondió una fracción de segundo más tarde. Pedro se relajó al sentir que lo abrazaba por la nuca y olvidó las razones por las que no debía besarla. Y funcionó. El mundo pareció desvanecerse a su alrededor, sólo existían Paula y él y su sabor, que pareció ahogar hasta la última neurona de su cerebro. Pero entonces sonó el timbre de la puerta y ambos se separaron sobresaltados. Él juró sin atreverse a mirarla, se giró y apoyó la frente sobre el cristal de la ventana. Ella parpadeó y lo miró con ojos inmensamente abiertos, atónitos, inquisitivos. Pero Pedro no podía responder a ninguna de las preguntas que ella le dirigía en silencio.


-Ahí tienes, un plano detallado del primer beso. ¿Contenta?


¿De dónde salía aquella absurda explicación? Pedro no quería que Paula besara a Ignacio de ese modo. Ni de ese modo ni de ningún otro. Pero era la única respuesta razonable, ¿No?


-¿Lo ves? No es para tanto. Es sólo un beso, no tienes de qué preocuparte - añadió Pedro.


-Sí, comprendo. Gracias por la demostración, Pedro -contestó ella con calma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario