jueves, 25 de mayo de 2023

Heridas Del Pasado: Capítulo 39

 –Creo que podemos reconocer que la reputación que tuviéramos antes tiene poco que ver con ahora – afirmó Pedro.


–No estoy de acuerdo. ¡Te has casado con mi hermana, y está embarazada!


–Así es. Son hechos innegables.


Gonzalo torció el gesto.


–Doy por hecho que no ha habido ningún acuerdo prenupcial, teniendo en cuenta la rapidez de la boda. Ni la familia de Paula ni sus amigos pudimos asistir.


–Eso fue decisión de ella –respondió Pedro, que se negaba a permitir que la sensación de culpabilidad y los justos motivos de la ira de


Gonzalo calaran en él.


–¿Lo del acuerdo prenupcial o lo de los invitados a la boda?


Pedro rodeó la pregunta con su respuesta:


–Todo lo mío le pertenece.


–¿Todo? –intervino entonces Ignacio.


Pedro se encogió de hombros.


–Todos los siete mil millones y medio de dólares, si los quiere.


Incluso Gonzalo parecía impresionado a su pesar.


–¿Está por escrito?


–Mis abogados están en ello.


Gonzalo miró a Ignacio, que se encogió de hombros.


–A Paula le da igual el dinero.


–Sí –reconoció Pedro–. Ya me he dado cuenta de eso.


–Su vida y su infancia no han sido fáciles –continuó Gonzalo apretando con fuerza las mandíbulas–. Yo intenté darle todo lo que mi padre fue incapaz de ofrecerle. Alfonso, mi hermana es lo único que me importa en este mundo. Y si le haces daño, te juro por Dios…


–Tendrá derecho a llevar a cabo cualquier forma de venganza que consideres conveniente –aseguró Pedro con sinceridad.


Gonzalo entornó la mirada, como si estuviera tratando de averiguar el juego de Pedro. 


–Lo digo de verdad.


Gonzalo ladeó la cabeza.


–Paula parece muy fuerte e independiente, pero tiene una suavidad que la gente como nosotros puede destruir fácilmente.


Pedro frunció el ceño al escuchar aquella descripción, y al otro hombre no le pasó inadvertido el gesto.


–¿No estás de acuerdo?


–Cuando pienso en Paula no veo suavidad. Veo fuerza. Determinación. Se muestra feroz cuando la desafían, es generosa y de risa rápida. Es una persona única, y un orgullo para el apellido Chaves.


–No creas que me vas a ganar con cumplidos, Alfonso.


–No es mi intención ni mi deseo –aseguró Pedro–. No quiero ofenderte, pero para mí no eres importante. Lo que me importa es Paula. Está claro que quiere que nos llevemos bien, y creo que podemos mostrarnos civilizados.


–No habrá nada civilizado en mí si le rompes el corazón –advirtió Gonzalo.


–Como te he dicho, lo entiendo y lo respeto. No esperaba otra cosa del hermano de mi esposa.


Llamaron a la puerta en aquel momento, interrumpiendo la conversación. Sofía cruzó el umbral.


–La comida estará servida en veinte minutos. Pedro, Paula está en la segunda planta, tercera puerta a la izquierda. Supongo que ya habrán terminado con sus cosas de machos, pero si no es así, ¿Podrían seguir después del postre?


Pedro no pudo evitar sonreír. Miró por última vez a Gonzalo y a Ignacio y fue en busca de Paula. Ella estaba en la habitación que ocupaba siempre cuando visitaba a su hermano, y estaba a punto de dirigirse a las cajas con el material de joyería que había enviado allí cuando se casó con Pedro cuando escuchó que llamaban a la puerta con los nudillos.


–Adelante –dijo girándose.


–Hola –Pedro entró en la habitación con la vista clavada en ella.


Así tuvo tiempo de comprobar si había algún daño físico. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario