martes, 16 de mayo de 2023

Heridas Del Pasado: Capítulo 25

Durante un instante no se atrevió a darse la vuelta, no se atrevió a mirarlo. Pedro estaba detrás de ella, y lo sentía a pesar de la distancia que los separaba. El impacto, el dolor, la rabia… Paula lo absorbió todo como una esponja. Unos instantes después se escuchó el sonido mecánico de un flash seguido de un destello cegador. Paula se encogió. Sus ojos tardaron unos segundos en ajustarse cuando se giró hacia el fotógrafo, que estaba solo a unos metros. En cuestión de segundos la sala se llenó de flashes, y Pedro pasó por delante de ella para empujar al hombre contra la pared. Los guardias de seguridad corrieron a separarlos. Se apartó del guardia. Detrás de él, el fotógrafo le gritaba algo a su marido, y sin decir una palabra más, se giró sobre los talones y salió de la sala. Paula corrió tras él, siguiendo el sonido de sus rápidos pasos. Pasó por delante de Leticia, que tenía una expresión de agobio, y siguió a Pedro mientras salía del edificio a través de una discreta puerta y se dirigía a los jardines del museo.


En cuestión de minutos llegaron al pequeño helicóptero. Mientras el piloto encendía a toda prisa el motor, Pedro sostuvo la puerta para que ella entrara. Todo su cuerpo reflejaba tensión. Paula subió al helicóptero y se colocó al fondo para dejarle sitio a Pedro. Pero en lugar de sentarse a su lado, cerró la puerta y se sentó al lado del piloto. Ella podría haberse movido al centro, pero no lo hizo. Se quedó en la esquina más lejana, agarrándose al extremo del asiento mientras el helicóptero se elevaba del suelo para surcar el cielo de la noche. Todo a su alrededor era oscuro: El ambiente, la luz, el paisaje que había debajo, la manta de culpabilidad que la envolvía… Aquella era la primera vez que había visto un destello de la amplitud del dolor de su marido. Paula no había conocido a su madre. Murió al darle a luz a ella. Su dolor era como un fantasma, más ausente que real. Sí, había sentido pérdida, rabia y frustración, pero de un modo algo desapegado, como si en realidad no supiera lo que se estaba perdiendo. Pero para Pedro era distinto. Muy distinto. El helicóptero aterrizó en el helipuerto que había en la parte trasera de la propiedad de Pedro en Lucerna, arrancando a Paula de sus pensamientos. La puerta de atrás se abrió y la forma imponente de él envuelta en sombras la ayudó a salir. Mientras ella lo seguía a través de la oscuridad, con el ruido del motor del helicóptero detrás, escuchó la campanita de aviso del móvil de Pedro. Una vez. Dos. Una breve pausa, y luego otra vez. Y otra. Pero él lo ignoró, del mismo modo que la estaba ignorando a ella.

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