Entonces él se incorporó y la besó, no sin antes susurrarle que la amaba y que pensaba pasar con ella el resto de su vida, haciéndola feliz, haciendo que se sintiese amada. Y ella le creyó. Con toda la fuerza que pudo reunir, se incorporó también para situarse junto a él.
—Yo también te quiero muchísimo. Y lo decía en serio.
—¿Por qué no tendremos que usar preservativos durante un tiempo? —preguntó Pedro un rato después sosteniéndola entre sus brazos y con las piernas enredadas en las de ella, mientras disfrutaban el uno del otro después de hacer el amor. Él sabía la razón, pero quería que ella se la confirmase. Paula alzó un poco la cabeza, le miró a los ojos y susurró:
—Voy a tener un hijo tuyo.
La noticia provocó algo en él. El hecho de que Paula le confirmase que dentro de ella crecía una vida que habían creado juntos le hizo estremecer. Sabía que ella esperaba que dijese algo. Pedro quería demostrarle que lo asumía. Ella tenía que saber lo feliz que le hacía la noticia.
—Saber que estás embarazada de un hijo mío, Pau, es el mayor regalo que jamás pudiese desear recibir.
Dos días más tarde, los Alfonso se reunieron para desayunar en casa de Federico. Al parecer, todo el mundo tenía que anunciar algo y su hermano pensó que lo mejor sería escucharlos a todos a la vez para alegrarse y celebrarlo juntos. En primer lugar, Federico anunció que Gabriel le había dicho que en unos meses se licenciaría con honores en la academia naval. Federico casi se emocionó al contarlo, lo que dió cuenta de la magnitud del logro de Gabriel a ojos de su familia. Sabían que su primer año en la Marina había sido duro porque desconocía el significado de la disciplina. Pero finalmente se había enderezado y soñaba con formar parte de los Comandos Especiales. Pablo anunció que Hercules había cumplido con su obligación y había preñado a Silver Fly, de modo que todos podían imaginar la belleza del potrillo que vendría. Diego fue el siguiente. Dijo que había tenido noticias de Storm Alfonso. Su esposa, Jesica estaba embarazada, al igual que Daniel y su mujer, Sabrina. Los gemelos de Ramiro y Giuliana no paraban de gatear por todas partes. Y luego, con una enorme sonrisa, anunció que él y Nadia esperaban otro hijo. Aquello provocó gritos de alegría, el más fuerte el del padre de Nadia, el senador José Burton de Florida, que junto con la madrastra de Nadia había llegado aquel día para visitar a su hija, a su yerno y a su nieta.
Cuando todos se calmaron, Pedro se levantó para anunciar que Paula y él esperaban un hijo para primavera. Paula no apartó los ojos de Pedro mientras éste hablaba y sintió el amor que irradiaba cada una de sus palabras.
—Pau y yo transformaremos el rancho de su padre en un pabellón de huéspedes y uniremos las fincas para que nuestros futuros hijos las puedan disfrutar algún día.
—¿Significa eso que quieren tener más de uno? —preguntó Pablo, riendo entre dientes.
Pedro miró a Paula.
—Sí, quiero tener tantos hijos como mi mujer quiera darme. Sabremos manejarnos, ¿Verdad, cariño?
Paula sonrió.
—Sí, así es.
Él le tendió la mano y ella la tomó. El contacto la confortaba de tal manera que sólo podía sentirse agradecida.
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