jueves, 23 de noviembre de 2017

Propuesta: Capítulo 42

Entonces  él  se  incorporó  y  la  besó,  no  sin  antes  susurrarle  que  la  amaba  y  que  pensaba pasar con ella el resto de su vida, haciéndola feliz, haciendo que se sintiese amada. Y ella le creyó. Con toda la fuerza que pudo reunir, se incorporó también para situarse junto a él.

—Yo también te quiero muchísimo. Y lo decía en serio.

—¿Por  qué  no  tendremos  que  usar  preservativos  durante  un  tiempo?  —preguntó  Pedro un  rato  después  sosteniéndola  entre  sus  brazos  y  con  las  piernas  enredadas  en  las  de  ella,  mientras  disfrutaban  el  uno  del  otro  después  de  hacer  el  amor. Él sabía la razón, pero quería que ella se la confirmase. Paula alzó un poco la cabeza, le miró a los ojos y susurró:

—Voy a tener un hijo tuyo.

La noticia provocó algo en él. El hecho de que Paula le confirmase que dentro de ella  crecía  una  vida  que  habían  creado  juntos  le  hizo  estremecer.  Sabía  que  ella  esperaba que dijese algo. Pedro quería demostrarle que lo asumía. Ella tenía que saber lo feliz que le hacía la noticia.

—Saber que estás embarazada de  un hijo  mío,  Pau,  es  el  mayor  regalo  que  jamás pudiese desear recibir.

Dos días más tarde, los Alfonso se reunieron para desayunar en casa de Federico. Al parecer, todo el mundo tenía que anunciar algo y su hermano pensó que lo mejor sería escucharlos a todos a la vez para alegrarse y celebrarlo juntos. En primer lugar, Federico anunció que Gabriel  le había dicho que en unos meses se licenciaría  con  honores  en  la  academia  naval. Federico casi se emocionó al contarlo, lo que dió cuenta de la magnitud del logro de Gabriel a ojos de su familia. Sabían que su primer año en  la  Marina había  sido  duro  porque  desconocía  el  significado  de  la  disciplina.  Pero  finalmente se  había  enderezado  y  soñaba  con  formar  parte  de  los  Comandos Especiales. Pablo anunció que Hercules había cumplido con su obligación y había preñado a Silver Fly, de modo que todos podían imaginar la belleza del potrillo que vendría. Diego fue el siguiente. Dijo que había tenido noticias de Storm Alfonso. Su esposa, Jesica estaba embarazada, al igual que Daniel y su mujer, Sabrina. Los gemelos de Ramiro y Giuliana no paraban de gatear por todas partes. Y luego, con una enorme  sonrisa,  anunció  que  él  y  Nadia esperaban  otro  hijo.  Aquello  provocó  gritos  de alegría, el más fuerte el del padre de Nadia, el senador José Burton de Florida, que junto con la madrastra de Nadia había llegado aquel día para visitar a su hija, a su yerno y a su nieta.

Cuando  todos  se  calmaron,  Pedro se  levantó  para  anunciar  que  Paula y  él  esperaban  un  hijo  para  primavera.  Paula no  apartó  los ojos de  Pedro mientras  éste  hablaba y sintió el amor que irradiaba cada una de sus palabras.

—Pau y  yo  transformaremos  el  rancho  de  su  padre  en  un  pabellón  de  huéspedes y uniremos las fincas para que nuestros futuros hijos las puedan disfrutar algún día.

—¿Significa  eso  que quieren tener más  de  uno?  —preguntó  Pablo,  riendo  entre  dientes.

Pedro miró a Paula.

—Sí,  quiero  tener  tantos hijos  como mi  mujer  quiera  darme.  Sabremos  manejarnos, ¿Verdad, cariño?

Paula sonrió.

—Sí, así es.

Él le tendió la mano y ella la tomó. El contacto la confortaba de tal manera que sólo podía sentirse agradecida.

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