—¿De verdad? —preguntó ella—. ¿Lo dices también por Camila?
Pedro intuyó que su respuesta significaría mucho para ella.
—Sí. Yo no soy el mismo chico inmaduro, y según me has dicho, Camila ha seguido adelante. Ahora que está casada y seguramente con un par de hijos...
Paula negó con la cabeza.
—No ha habido nadie más desde Diego.
—Resulta difícil creerlo.
—¿Por lo guapa que es? —dijo ella, y continuó antes de que él contestase—. Ha estado dedicada a la carrera y después a su trabajo, pero creo que hay otra razón. Es mujer de un solo hombre —añadió como si intentase convencerlo.
—¿Tú también? —preguntó Pedro.
Paula se sonrojó y bajó la mirada.
—No estamos hablando de mí.
—Podríamos hacerlo.
—No —dijo ella negando con la cabeza—. Preferiría que hablásemos de tí.
Pedro asintió. No tenía nada que perder por hacerlo.
—De acuerdo. Después de Camila, yo también seguí adelante.
—Lo sé —dijo ella, aunque no lo miraba—. Aún recuerdo los artículos en la prensa. ¿Qué se siente al estar en la lista de los vaqueros más solicitados de Texas? ¿Tienen una novia en cada puerto?
—Eso es para los marineros. Además, no te creas todo lo que lees —contestó él.
La tensión que sentía en su cuerpo hacía que Paula quisiera subirse a la silla de montar y domarlo. Pero no podía.
—Me alegro de que Camila esté bien y le deseo lo mejor. No le guardo rencor —añadió.
—Me alegro —dijo ella con convencimiento—. Me gustaría que mi padre te viese ahora; eres una persona con éxito.
¿Tendría tanto éxito si Diego estuviese aún vivo? Le gustaba pensar que la rivalidad los había hecho mejorar a los dos, y que habría podido ganar a Diego Adams. Él quería ser el número uno, pero, al faltar Diego, ya nunca sabría si realmente lo era.
—Me enteré del fallecimiento de tu padre —dijo Pedro.
—Sí. Fue de un ataque al corazón, hace poco más de un año.
—Lo siento.
Paula asintió.
—No era un hombre duro, sino todo lo contrario —comentó.
—Si tú lo dices.
—Le costaba demostrar sus sentimientos, incluso con Cami y conmigo. Era su forma de ser. Pero nunca se perdió ningún acontecimiento del colegio, ni deportivo. No creo que le desagradase el rodeo, sino el hecho de que yo participase en él.
—No tengo nada que decir al respecto. Tú lo conocías mejor que yo.
—Sí, y sé que se alegraría de que te vaya tan bien; de verdad —dijo ella—. Pero no manifestaba sus sentimientos por los demás. Solo lo hacía en relación con el rancho. La verdad es que tú me recuerdas mucho a él —añadió—; creo que tú también escondes tu lado sensible.
—Solía hacerlo cuando era más joven, porque tenía mucho que demostrar.
Paula le lanzó una mirada especulativa.
—¿Por qué cosas se preocupa tu lado sensible? —le preguntó.
—Por el rodeo —contestó él. —Así que, ¿No has vuelto para demostrar nada? —preguntó ella.
Parecía ver algo de lo que él no era consciente.
—Estoy aquí para asegurarme de que se celebra el campeonato. Eso es todo.
Sin embargo, aún no sabía por qué había aceptado la sugerencia de Marcos para ser presidente. Iba a decir que no, pero cuando se quiso dar cuenta había aceptado.
—Ya sabrás que estoy interesada en que se celebre aquí —dijo Paula.
—Marcos me lo dijo —asintió él—. Y supongo que tú sabrás que él se ha hecho cargo del negocio de su padre.
—Sí. Seguimos alimentando y cuidando algunos de sus animales para los rodeos.
—Yo trabajaba en la gasolinera para conseguir el dinero que tu padre me cobraba por practicar con los toros —dijo él rememorando imágenes en su mente y hablando más para sí mismo que para ella—. Así es como conocí a tu hermana —añadió, e inmediatamente se enfadó consigo mismo por no ser capaz de olvidar todo aquello.
—¿De qué hablaron Marcos y tú? —preguntó Paula ignorando el comentario de Pedro y reconduciendo la conversación a los negocios.
Mejor así, pensó él. Tenía que terminar con aquel constante retorno a los recuerdos.
—Le pregunté si había pensado dónde celebrar el campeonato, y él me sugirió este rancho. Tengo que confesar que me sorprendió, pero luego me enteré del fallecimiento de tu padre, que era a quien no le gustaban demasiado los rodeos.
—Eso no es del todo cierto. Criaba ganado para vender en los campeonatos; lo que ocurría es que no le gustaba que yo participase en las carreras. Verme competir fue lo que lo apartó del rancho.
Pedro sonrió al recordar.
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