—Creo que tienen un enorme problema de comunicación. Suele ocurrir y se puede enmendar fácilmente.
Luego Leonardo pateó el suelo de madera del granero como si estuviese intentando decidirse sobre algo.
—No debería decirte esto porque es algo que oí decir ayer a Nadia y Mariana, y si Mariana se entera de que me dedico a escuchar conversaciones ajenas...
—¿Qué es?
—Quizá lo sepas ya y no nos has dicho nada.
—Maldita sea, Leo, ¿De qué demonios estás hablando?
Una sonrisa asomó a los labios de Leonardo.
—Las mujeres de la familia sospechan que Paula podría estar embarazada.
Paula salió sonriente del hospital infantil. Le gustaban los niños y cuando pasaba tiempo con ellos se olvidaba de sus problemas, razón por la que iba a visitarles un par de días a la semana. Miró su reloj. Aún era temprano y no estaba preparada para regresar a casa. A casa. No podía evitar considerar la Casa de Pedro como la suya propia. Se había acostumbrado a vivir con él. Cruzaba el aparcamiento hacia su coche cuando oyó que alguien gritaba su nombre. Se giró y se encogió al ver que se trataba de la hija del tío Antonio, la madre de los gemelos. Inspirando con fuerza, esperó a que la mujer la alcanzase.
—Paula. Sólo quería disculparme por lo que hicieron Joaquín y Felipe. Sé que papá sigue enfadado y he intentado hacerle entrar en razón, pero se niega a hablar del tema. Siempre ha mimado a los chicos y yo no podía hacer nada al respecto, sobre todo porque mi marido y yo estamos divorciados. Mi ex se marchó pero quería que mis hijos contasen con una figura paterna.
Valentina se quedó callada un instante.
—Espero que papá acabe por asumir su parte de responsabilidad. Aunque echo de menos a mis hijos, se estaban descontrolando demasiado. Me han asegurado que en el lugar al que van les enseñarán disciplina. Sólo quería que supieses que me equivoqué al escuchar todo lo que papá decía de ti. Somos parientes y espero que algún día seamos amigas.
—Me encantaría, Valentina. Te lo digo de verdad.
—Paula, ¿Seguro que estás bien? Deberías ir al médico para que te vea ese virus estomacal.
Paula miró a Nadia. De camino a casa se había pasado a visitarla.
—Sí, Nadia, estoy bien.
Había decidido no decir nada del embarazo hasta después de encontrar el día que pasó por su casa para dejarle a Pedro un paquete de parte de Diego. Sabía por los fragmentos de las historias que había escuchado de las mujeres que Nadia se casó embarazada. Pero dudaba que ésa fuese la razón del enlace. Cualquier persona cercana a la pareja por aquel tiempo podía afirmar que estaban muy enamorados.
—Nadia, ¿Puedo preguntarte una cosa?
Nadia le sonrió.
—Claro.
—¿Cuando te quedaste embarazada de Diego tuviste miedo a contárselo por la forma en que podía reaccionar?
—No supe que estaba embarazada hasta que Diego y yo rompimos. Pero tenía claro que se lo iba a decir porque él tenía derecho a saberlo. Lo único de lo que no estaba segura era de cuándo hacerlo. Incluso pensé adoptar la solución más fácil y esperar hasta mi regreso a Florida para llamarlo desde allí. Diego me facilitó la tarea porque fue él el que me buscó. Nos dimos cuenta de que no había sido más que un tremendo malentendido e hicimos las paces. Fue entonces cuando le dije que estaba embarazada y él se alegró muchísimo.
—Diego es un padre maravilloso.
—Nunca subestimes a los hombres Alfonso, Pau.
—¿Qué quieres decir?
—Que por lo que he descubierto hablando con las otras esposas, incluso con las de Montana, Texas, Atlanta y Charlotte, los Alfonso son hombres fieles y entregados a las mujeres que escogen como parejas. Las mujeres a las que aman. Y aunque pueden ser demasiado protectores a veces, no hay hombres más cariñosos y que te ofrezcan más apoyo que ellos. Lo único que no les gusta es que les ocultemos cosas que deberíamos compartir con ellos. Pedro es especial, y creo que cuanto más tiempo pasen juntos, más te darás cuenta de lo especial que es.
Nadia extendió el brazo para tomar la mano de Paula.
—Espero que lo que te he dicho te haya servido de alguna ayuda.
Nadia le devolvió la sonrisa.
—Así es —Paula sabía que tenía que contarle a Pedro lo del bebé. Y tomara la decisión que tomase con respecto al futuro, tendría que aceptarlo.
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