–Por favor, dime que esto no está pasando.
–¿Crees que me gusta ver invadida mi intimidad? –preguntó él, pero su tono jocoso revelaba que no le importaba en absoluto que ella estuviese allí–. La última persona a la que esperaba ver en mi balsa privada eras tú.
–Y supongo que no pensarás en marcharte, ¿verdad, Pedro? ciertamente, aquella semana no podía ir peor.
–Yo llegué el primero –dijo él chapoteando en el agua–. Márchate tú.
–No puedo –respondió ella entre dientes–. No estoy correctamente vestida.
–Ya me he dado cuenta.
–Un caballero se marcharía.
–Yo no soy un caballero.
Paula oyó más chapoteos, pero esa vez recibió la salpicadura del agua.
¡Pedro se estaba acercando!
Se movió hacia la orilla, pero la profundidad del agua se hacía demasiado escasa para cubrirla. Se vio obligada a detenerse.
–No te acerques ni un paso más.
–No muerdo –dijo él riendo.
–Al menos dime que tienes los calzoncillos puestos.
–Tengo los calzoncillos puestos.
–¿En serio?
–No, en serio no. Estoy tan desnudo como un recién nacido.
Paula soltó un gemido.
–En ese caso no pienso darme la vuelta.
–¿Asustada? –la retó el.
–Se nota que disfrutas con esto, Pedro Alfonso.
–Disfrute o no, lo cierto es que tienes miedo de mirarme.
Paula masculló una palabrota, no muy propia de una dama.
–No tengo miedo de tí ni de nada.
–Tienes miedo. De hecho, creo que vivir en el este te ha quitado las agallas. Cobarde.
Nadie la llamaba cobarde. Alzó el mentón y se volvió para encararlo.
Y entonces se quedó boquiabierta.
La visión de Pedro la dejó demasiado aturdida como para hablar.
Ayyyyyyyyyy, qué lindos caps jajajajaja.
ResponderEliminaraaaayyyyy q lindoooo jajaja
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