Pero por más que supiera que habría magia entre ellos también sabía lo complicado que sería hacer el amor con aquel hombre.
—Después de recoger a Camila fuimos a casa de Carolina a ver a los mellizos.
—¿Fue todo bien?
—Sí —ella puso las piernas en el sillón que estaba al lado y él las miró—. Camila tomó en brazos a Nicolás y a Nina, lo que le hizo mucha ilusión.
—Parece que será de gran ayuda para Lisa cuando vuelva a cuidar a Camila.
El comentario de Pedro le recordó a Paula lo provisional que era su presencia en la vida de él y cuánto estaba empezando a temer la idea de no volver a verlos todos los días cuando se hubiera acabado su trabajo.
—Sí que lo será —carraspeó para controlar la voz. Jugueteando con el dobladillo del vestido, miró el álbum de fotos que estaba sobre la mesa—. Pedro… —se detuvo sin saber cómo sacar el tema que había estado en su mente desde que vio las fotos del álbum—. Después de ver a los mellizos, Camila quiso ver las fotos de cuando era pequeña.
—Muy bien —él se encogió de hombros, como si fuera un tema sin importancia—. Ya las ha visto antes.
—¿Y siempre hace preguntas sobre su madre?
—A veces —se enderezó en la silla sintiéndose incómodo de pronto—. Sabe que Ángela murió cuando ella iba a cumplir dos años y, como ya te he contado, no recuerda gran cosa de ella. Tampoco es que haya mucho que recordar.
—Me pareció que las fotos eran… Interesantes —siguió Paula, sin amilanarse por la amargura de su tono de voz.
—¿Interesantes por qué? —se puso rígido y a la defensiva.
—En todas las fotos en las que están tú, tu mujer, y Camila, Ángela parece estar en cualquier sitio menos allí.
—Eso es porque ella hubiera querido estar en cualquier sitio menos allí. Ángela no fue nunca una mujer maternal, y estar casada y vivir en esta pequeña ciudad no era lo bastante emocionante para ella. No le importaba tampoco que se supiera lo mal que se sentía.
Entonces ¿Por qué se habían casado? Paula se tragó la pregunta y dijo:
—También me dí cuenta de que Camila no se parecía mucho a Ángela y tampoco a tí, ¿De dónde ha sacado ese pelo rubio y esos ojos verdes, cuando Ángela y toda tu familia tiene pelo negro y ojos azules?
—Siempre he dado por supuesto que Camila debe parecerse a su padre —dijo él apretando la mandíbula y con un brillo cínico en los ojos.
—¿Cómo dices? —ella esperaba una explicación más lógica, algún pariente lejano o algo así.
Pedro dijo una palabra malsonante en voz baja y se levantó, yendo hacia la ventana. Paula lo miró y percibió la tensión que había en el aire, la que suele preceder a una tormenta. Respiró hondo y decidió lanzarse al ojo del huracán. El comentario de él no se podía pasar por alto.
—¿Pedro?—lo llamó en voz baja pero firme—. ¿Qué quiere decir eso de que dabas por supuesto que Camila debía parecerse a su padre?
Él se dió la vuelta bruscamente y resopló. Ella quería que le confiase cualquier carga que llevara encima, a pesar de ser consciente de que ella también guardaba un secreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario