martes, 16 de julio de 2024

Secreto: Capítulo 26

 —¡Papá, mira, ahí está Paula! —dijo Camila saltando excitada en el asiento delantero del camión.


Pedro estacionó el vehículo y siguió la dirección que su hija señalaba con el dedo. Paula estaba regando las plantas del jardín delantero. Llevaba una ropa cómoda que seguramente habría comprado en la tienda de segunda mano. Una camiseta rosa y unos vaqueros cortos que mostraban sus piernas largas y esbeltas. Estaba descalza e… Increíble, con un aspecto fresco y atractivo de chica normal. Sacudió la cabeza para alejar sus pensamientos. Era de vital importancia que mantuviera sus sentimientos bajo llave, sobre todo porque iba a trabajar con ella todos los días, si aceptaba la oferta.


—¡Hola, Paula! —saludó Camila, que fue corriendo hacia ella.


—Hola, Camila —Paula posó la regadera y le dedicó a la niña una sonrisa luminosa que Pedro envidió—. Qué sorpresa más maravillosa — su alegría de ver a Camila era auténtica. 


Pedro avanzó lentamente y atento a la conversación. Se llevaban muy bien.


—Qué suerte tienes de vivir aquí con Elisa Vee. Huele como si estuviera haciendo galletas de chocolate. Hace las mejores del mundo entero.


—Creo que sí. Tienes buen olfato.


—Voy a ver si me deja ayudarla.


Camila desapareció dentro de la casa y Jenna miró hacia él. Tenía las mejillas y la nariz un poco enrojecidas por el sol y en los ojos una mirada de cautela que eclipsó el brillo que había reservado para su hija.


—Hola, Pedro.


—Hola, Paula.


—¿Vienes a visitar a Elisa Vee? Está en la cocina.


—No he venido para eso. Sino para verte a tí.


—¿A mí? Después de la forma en que nos separamos el jueves por la noche no puedo imaginar de qué tienes que hablar conmigo.


—Yo… Te debo mis disculpas por la parte que tuve en que perdieras tu trabajo. No debería haber intervenido y debí dejar que Cristian solucionara el incidente.


—Acepto tus disculpas. 


Se sintió aliviado. Paula no era rencorosa. Tomaba la vida como venía. Él apreciaba aquella cualidad y más en aquel momento porque no había tenido que humillarse para pedir perdón.


—En cuanto a lo de haber perdido tu trabajo…


—No te preocupes —dijo ella antes de que pudiera terminar—. Fui a una entrevista en el banco el viernes por la tarde. Iván Morris manifestó interés en contratarme como secretaria personal. Espero que salga porque es el tipo de trabajo que estoy acostumbrada a hacer.


Pedro estuvo a punto de atragantarse. Iván era el vicepresidente de operaciones del banco y era un tipo agradable, pero también un conocido mujeriego. Era interesante que no hubiera necesitado nunca una secretaria personal hasta que apareció Paula. Más interesante aún era el hecho de que odiara la idea de que ella pudiera trabajar en tal proximidad con aquel hombre.


—La verdad es que es esa la razón de que viniese hoy. Quería ofrecerte trabajo.


—¿Haciendo qué? —estaba asombrada.


—Necesito una secretaria temporal en la oficina mientras Carolina está de baja por maternidad, así como alguien que cuide de Camila por las tardes hasta que yo vuelva del trabajo.


Ella no saltó de gozo ante la oferta sino que la contempló con desconfianza. 

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