—¿Por qué yo? Si lo haces porque te sientes responsable de lo que pasó con mi empleo en Leisure Pointe…
No acabó la frase, pero el significado estaba claro. Ella no quería ser una carga y él empezaba a darse cuenta de lo orgullosa que era. Una parte de él la respetaba por ser independiente. La verdad era que la razón de contratarla era solo en parte su sentimiento de culpa. La otra parte no se sentía con ánimos de interpretarla.
—Dijiste que habías sido secretaria en San Louis, así que sabes cómo llevar una oficina en cuanto aprendas nuestro sistema, ¿No?
—Sí, pero eso lo puede hacer cualquier secretaria temporal.
—Pero yo no le dejo mi hija a cualquiera.
—Pedro, yo no creo que sea una buena idea que trabajemos juntos — la duda que había en su voz le lanzó a medidas desesperadas.
—Te pagaré el doble de lo que te ofreció Iván —ella tomó aire, pero se recuperó pronto de la sorpresa.
—¿Por qué iba a dejar algo que podría ser permanente por un trabajo temporal?
—Porque yo te necesito más que Iván —no quería que hubiera sonado tan posesivo, pero parecía que no tenía mucho control de sus emociones en lo que tenía que ver con aquella mujer.
—Pedro, dudo que tú necesites a nadie.
Su afirmación estaba muy próxima a la verdad. Había estado siempre tan ocupado cuidando a los demás que nunca se había permitido necesitar a nadie.
—Camila te necesita. Y te adora. Yo iba a intentar combinar el trabajo con cuidarla en la oficina, pero Carolina tiene razón. Camila no debe estar allí y tú puedes darle la atención que necesita hasta que yo vuelva a casa por la tarde. Creo que ambos nos haríamos un favor y a los dos nos beneficiaría que aceptases mi oferta —dijo en un último intento de convencerla.
—¿Estás dispuesto a correr el riesgo de que la gente pueda hablar de nosotros?
Él se dió cuenta de que quería darle una oportunidad de encontrar un sitio en el que pudiera encajar y ganarse la respetabilidad de la que había hablado la primera noche. Se lo debía y necesitaba desesperadamente sentirse libre de su deuda personal con ella.
—Ya somos la comidilla de la ciudad, Paula. No hay nada más que una oferta de trabajo entre tú y yo.
—Haces que parezca todo muy sencillo.
—No hay razón para que no lo sea, y también beneficioso para ambos. Tú necesitas un empleo y yo necesito una secretaria y una canguro para Camila.
—Muy bien —dijo con suavidad—. Acepto el empleo.
—Estupendo. Puedes empezar mañana por la mañana. Carolina estará allí para enseñarte las cosas básicas.
Y todo lo que él tenía que hacer era relacionarse con ella lo menos posible y evitar que se quedaran a solas. Desgraciadamente tenía la sensación de que eso era más fácil de decir que de hacer.
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