martes, 2 de julio de 2024

Secreto: Capítulo 12

 —Buenos días —dijo la mujer sonriendo amistosamente—. ¿Quieres café? Pedro te dejó un plato de tortitas en el horno por si tenías hambre.


A pesar de que se le había aclarado la cabeza con la ducha, la idea de comer la levantaba el estómago.


—Puede que dentro de un rato. Ahora solo café, por favor.


—Sírvete tú la leche y el azúcar —dijo la mujer acercándole una taza.


—¿Dónde está Pedro?


—Está fuera con Federico y mi marido, Javier, husmeando en el motor de nuestro camión para arreglar un problema de la bomba de agua. Volverá dentro de un rato. Y Camila está fuera jugando. Y dado que está claro que te estás preguntando quién soy, soy Carolina, la hermana de Pedro. 


—Encantada de conocerte —dijo apretando la mano que le tendían—. Yo soy Paula Chaves, pero me imagino que eso ya lo sabías.


—Sí. Pedro nos contó por qué estás aquí y lo que pasó anoche en Leisure Pointe.


Sorprendentemente, no había ningún tono de crítica en la voz de Carolina, pero Paula estaba segura de que la otra mujer se estaba preguntando por qué había salido corriendo el día de su boda. La explicación era complicada, y la humillación y la vergüenza que acompañaban a sus razones eran algo que no quería comentar con nadie.


—Si tenemos en cuenta el estado mental en que me encontraba ayer, estoy muy agradecida a su amabilidad por haberme traído aquí.


—Bueno, es agradable ver que mi hermano es aún capaz de hacer algo por una mujer cuando la situación lo pide.


Paula se sentó a la mesa de la cocina con Carolina. Le parecía que su comentario era extraño y que implicaba algo que ella no comprendía. Porque a pesar de lo hospitalario que había sido Pedro la noche anterior, la conversación que había tenido con él hacía unos momentos le había dejado la sensación de que él deseaba que ella volviera a su casa ese mismo día. Desgraciadamente no había ya nada para ella en San Louis, excepto malos recuerdos y una sensación de fracaso. Tomando un sorbo de café miró el vientre de Carolina y cambió de tema.


—¿Para cuando lo esperas?


—No lo bastante pronto —se rió y Paula también—. Llevo mellizos y me faltan aún cuatro o cinco semanas, según el médico, pero a mi me parece que Nicolás y Nina están listos para hacer su aparición en el mundo ahora mismo.


—Mellizos y además niño y niña. ¡Qué maravilla!


—Sí, es maravilloso, pero tengo que admitir que la idea de tener dos al mismo tiempo me da miedo.


A pesar de sus legítimos temores, Paula envidió a la otra mujer y la familia que pronto iba a tener. Era algo que ella deseaba y que había tenido esperanza de tener con Santiago, pero había perdido ese sueño al dejarlo en el altar, y él no había hecho nada por detenerla.


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