Él no dió más información, pero fue evidente para Paula que el matrimonio de Pedro había sido turbulento. Luchó contra el deseo de preguntar qué había sucedido entre su mujer y él para que desconfiase tanto de las mujeres, especialmente de ella. Pero su respuesta no tenía mucha importancia porque el beso había sido un accidente y no iba a volver a suceder.
—No es culpa mía lo que sucedió en Leisure Pointe, Pedro —dijo con suavidad—. No te pedí que fueras mi guardián. Todo lo que quiero es encontrar un sitio donde encajar y ganarme la vida y me lo estás poniendo difícil.
—Hablaré con Cristian para que te vuelva a aceptar si es eso lo que quieres.
Aunque Paula había estado furiosa con él al principio por meterse en sus asuntos, en lo más profundo de sí estaba conmovida de que él hubiera sido su caballero andante. Nunca le había importado tanto a nadie. Y si era completamente sincera consigo misma tenía que reconocer que no estaba hecha para trabajar en un bar. Lo había sabido desde que le pidieron la primera bebida, pero aceptar el puesto había sido un medio para lograr un fin. No era la primera vez en su vida que había tenido que hacerlo, pero le gustaría ser capaz de mantenerse a sí misma sin tener que aceptar empleos tan alejados de su ideal. Algo que fuera estable, seguro, y digno. Y estaba también el hecho de que Cristian no había intentado detener a Pedro, ni a ella, cuando abandonaron el establecimiento, lo que la hacía pensar que Cristian estaba de acuerdo con la decisión de Pedro de terminar con su empleo en Leisure Pointe. Abrió la puerta del coche. Él esperaba una respuesta a su pregunta sobre Cristian.
—Todo lo que yo quiero, lo que siempre he querido, es pertenecer a algo. No espero que entiendas mis sueños sencillos, Pedro, porque tú vienes de una familia unida y cariñosa, pero yo no he sentido nunca ese tipo de aceptación, ni siquiera con Santiago. Ahora estoy sola, y no quiero apoyarme en nadie para nada si no es necesario. Estoy intentando ganarme la vida honestamente y volver a ser dueña de mi vida y todo lo que te pido es que me permitas hacerlo aquí, en Danby.
Tras decir esto salió del camión y se dirigió hacia la casa, sintiendo la mirada de Pedro sobre ella durante todo el camino.
Las palabras de Paula resonaban en la mente de Pedro, pesando en su conciencia, y aumentando el sentimiento de culpa que sentía desde que la había soltado en la casa de Elisa Vee tres días antes. Miró a Federico a través de la mesa mientras cenaban en la casa de Lisa. Si no hubiera sido por la provocación de su hermano él no estaría en aquel lío.
—Tu brillante idea de cuidar a Paula funcionó bien, Fede.
—Yo nunca dije que te despidieras del trabajo en su nombre.
—Paula no debería estar trabajando en un lugar como Leisure Pointe de todas formas —dijo Carolina, dando su opinión sobre el asunto.
—Eso es exactamente lo que intenté explicarle a Pedro. Aunque no me escuchó.
—Claro que te escuché. Por eso Paula está ahora sin empleo.
—Imagínate lo que podría haber pasado si no hubieras estado allí la otra noche —intervino Javier.
Las situaciones posibles no complacían a Pedro. No se fiaba de Guido, pero una cosa era proteger la virtud de Paula y otra hacer que dejase el trabajo, decisión que había tomado en el calor del momento. Una decisión que había llegado a lamentar con el paso de los días, casi tanto como aquel beso que habían compartido.
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