martes, 5 de septiembre de 2023

Un Trato Arriesgado: Capítulo 50

Paula se encaminó pesadamente a una cafetería cercana y pidió un café. El segundo en menos de una hora. ¿Qué importaba que no pudiera dormir en toda la noche? De todas maneras no pensaba poder hacerlo después del desastroso final de sus relaciones con Pedro. ¿Relaciones? ¿Estaba de broma? Se había engañado a sí misma al creer que lo que había compartido con él era algo especial, cuando de hecho había sido un chiste a costa de sí misma. Y echarse a reír estaba muy lejos de su ánimo. Al menos había logrado entender lo sucedido en el despacho de Pedro. Cuando se marchaba del edificio, había tropezado con Diego en el vestíbulo, y aunque era la última persona de la que esperaba recibir apoyo, la había abrazado antes de contarle su implicación en el fiasco. Diego sospechaba que Pedro tramaba algo y se enfrentó a él con la amenaza de acudir a Horacio si no se explicaba con claridad. Sorprendentemente, Pedro le había dicho la verdad acerca del trato y fue en ese momento cuando Paula entró en el despacho. A pesar de lo que Diego le hubiera contado, los hechos eran inalterables. Pedro le había pagado para que fingiera ser su novia y ella había aceptado; ella se había enamorado y él no. Fin de la historia. Incluso tras haberle dado una pista de que no había actuado por dinero, la había ignorado. Después de todo, si él hubiese sentido algo más que una atracción física, habría ido tras ella después de haberle arrojado el talón a los pies. Pero no lo hizo. Y así habían acabado. Era hora de recoger los pedazos y continuar adelante. Al menos una cosa buena había salido de todo ese lío: El negocio de Alicia se había salvado, en gran parte gracias a Paula.


Cuando acabó el café, Paula se levantó de la mesa ansiosa por llegar a casa y dar rienda suelta a su pesar. Salía de la cafetería cuando el teléfono móvil empezó a sonar. El número de la persona que llamaba era el de Alicia. Con una buena dosis de culpa desvió la llamada. En esos momentos no estaba en condiciones de hablar con ella y contar una historia tan sórdida a la única persona en el mundo que la quería incondicionalmente. La llamaría más tarde, cuando estuviera más tranquila. El aparato emitió un «Bip» indicando que había un mensaje. Lo escuchó mientras se acercaba al coche y casi tropezó al oír la última parte. «Querida, mañana por la noche se va a celebrar la entrega del DATY. Necesito que tú y ese maravilloso hombre tuyo estén presentes para una sesión fotográfica. Juntos forman una pareja estupenda. Magnífica publicidad para la agencia. Llámame para hablar sobre el vestido. Te quiero. Adiós». ¡Vaya! En esos momentos Pedro y ella sólo estaban en condiciones de hacer publicidad a un manual de instrucciones para enviar a los hombres a Marte y a las mujeres a Venus. Y que se quedaran allí. Para siempre. ¿Qué demonios iba a hacer? 

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