jueves, 28 de septiembre de 2023

Eres Para mí: Capítulo 26

No había duda. La fecha y el año del recorte de periódico coincidían con los de la foto del cuarto de estar. Su madre había estado prometida a Andrés Pedro Morel. Eso no significaba necesariamente que Andrés fuera su padre, pero era un comienzo. Se metió el recorte en el bolsillo y se acercó a la ventana, necesitaba respirar aire fresco. Se sentía confuso. Aún quedaban dos cajas que no había examinado y, hasta cierto punto, temía lo que pudiera encontrar en ellas. Pero iba a hacerlo. Tenía que hacerlo.  De repente, sintió agobio en aquella diminuta habitación. Necesitaba dar un paseo para aliviar la tensión que había estado acumulando. Y cuanto antes mejor. Quizá un cambio de escenario le ayudara a idear un plan de acción. Tenía que descubrir todo lo posible acerca de Andrés Morel. Como poco, Andrés había conocido a su madre y podría ayudarle a encontrar a su padre. ¿Y lo peor que podía ocurrir? Su madre no era la primera chica embarazada y prometida con el hombre al que amaba… Y que acababa siendo madre soltera. En cualquier caso, tenía que saber la verdad. Pedro agarró su bolsa y comenzó a meter en ella papeles y fotografías, pero era demasiado pequeña. Unos golpes en la puerta le sorprendieron. Fue a la puerta, la abrió y encontró a Paula con una bandeja de madera en la que había un café que olía maravillosamente bien.


–Perdona que te moleste, pero sumergirse en el pasado puede resultar una tarea muy ardua. ¿Quieres leche y azúcar? En el desayuno, he notado que tomabas el café solo, pero si quieres que te traiga algo más… ¿Y un bollo? Tienes cara de necesitar un bollo. Ah, estás haciendo la maleta.


La expresión de ella, de simple interés y tranquila preocupación, fue como un jarro de agua fría que disipó las llamas de su ira y preocupación. Paula estaba preocupada… Por él. El gesto le enterneció. Con cuidado, le puso una mano en el brazo, y ella dejó de parlotear y le miró. Le miró fijamente.


–¿No te encuentras bien? –le preguntó Paula, con voz temblorosa por la preocupación.


La bandeja empezó a temblar en sus manos, por lo que se la quitó y la dejó encima de un montón de revistas viejas. Instintivamente, fue a tomarle las manos; pero se contuvo a tiempo y metió las suyas en los bolsillos del pantalón.


–No, sí, me encuentro bien. Estoy haciendo el equipaje. Lo que pasa es que me he dado cuenta de que voy a necesitar unas cuantas bolsas más – respondió él con los ojos en los documentos que había extendido por el suelo de la habitación, cerca de los pies de Paula.


Ella llevaba unos mocasines de color azul y una cinta verde alrededor del tobillo.

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