martes, 26 de septiembre de 2023

Eres Para Mí: Capítulo 22

Algunos rostros le sonaban, pero no recordaba quiénes eran. Su abuela y sus padres salían en muchas, había otras muchas en las que la gente le resultaba desconocida. Y fue entonces cuando la encontró. Era una foto en color de su madre sonriendo. En el dorso había algo escrito. El corazón le dió un vuelco al leer las palabras escritas en francés. Decían: "Fiesta de compromiso matrimonial. Veintiséis de mayo. La casa de Andrés". Eso era todo. No decía el compromiso matrimonial de quién estaban celebrando. Ni quién era Andrés. ¿Un amigo? ¿Un familiar? Pedro echó al sofá el álbum con las fotos y comenzó a pasearse por la estancia, de la chimenea a las puertas del patio. Sentía rencor. Su padre había dejado atrás esas fotografías de su madre y todo lo demás a cambio de un diminuto piso en Sídney. Dejó de pasearse y agarró la foto en color. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué había dejado atrás esas fotografías? En Sídney, tenía tres fotografías de su madre, gastadas de tanto que las había manoseado. Su padre sólo tenía una foto de la boda, con marco de plata, en su dormitorio. Cuatro fotografías. Y, sin embargo, parecía haber muchas en aquella casa. Era como si su padre, deliberadamente, hubiera tratado de ocultarlas, de que él no las viera. ¿Acaso intentaba esconder algo? ¿Por protegerle a él? No, ya no. Cambio de planes. Ahora estaba allí y tenía que aprovechar la oportunidad. Volvería a Australia dentro de unos días. Había utilizado su tenacidad y decisión para lograr el éxito de su empresa, ahora tenía que utilizar esa misma energía para indagar en el pasado. Había tomado una decisión. Tenía una misión nueva: Iba a descubrir el pasado de su familia. Aunque eso significara volver patas arriba aquella casa. Empezando por el ático. Era un asunto personal que no tenía nada que ver con Nora ni con el ama de llaves. Nada en absoluto.


Paula se abrió paso entre el mobiliario y objetos abandonados en el ático luchando contra el deseo de apartarlos a patadas. Ese viernes estaba resultando ser un mal día. Primero, la noticia de que iba a haber tormenta. Una tormenta de verano era lo último que necesitaba el jardín a escasos días de la fiesta. ¡Y esas tormentas podían durar días! Segundo… Era evidente que Pedro Alfonso no había tenido la intención de quedarse el tiempo suficiente para asistir a la fiesta de cumpleaños de Nora. Y eso era muy cruel por su parte. ¿Cómo podía hacerle eso? ¿Cómo podía haberle prometido asistir y luego echarse atrás? No lo comprendía. Pedro había recorrido medio mundo por un asunto de negocios y se marchaba sin ver a Nora. ¿Cómo podía ser tan egoísta? ¿Acaso no podía pensar en Nora antes que en sí mismo aunque sólo fuera por una vez? ¿Y qué era eso tan importante que tenía que hacer en Sídney que no podía esperar unos días? Y, por último, la gota que desbordaba el vaso. La carta que tenía en el bolsillo del pantalón que había agarrado al volver de llevar a Nicolás al colegio. Ver el sello de correos español había hecho que se le cayera el alma a los pies. 

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