jueves, 7 de septiembre de 2023

Eres Para Mí: Capítulo 1

 –Vamos, cásate conmigo. Sabes que te interesa.


Paula Chaves tamborileó los dedos en su labio inferior y movió la cabeza, como si estuviera pensando la propuesta. Javier se animó.


–Tengo medio de transporte propio. Podrás ir donde quieras. Vamos, ¿Qué me dices, encanto? ¡Podríamos pasarlo muy bien!


–Desde luego, la oferta es tentadora. Pero… El señor Dubois ha prometido que me va a dejar su tarjeta de transporte, y es muy difícil rechazar ese tipo de ofertas.


–¿Dubois? Promesas, promesas, promesas. Lo mío son los hechos, cielo –respondió Javier guiñándole un ojo.


–Sí, eso me temía. Yo soy monógama, y anoche te ví coqueteando con la recepcionista del hotel. ¡Guapo, pero mujeriego! En fin, te veré más tarde.


Javier dejó caer la mano en el brazo de su silla de ruedas y murmuró una maldición en francés antes de encoger los hombros y responder a Paula en inglés:


–¡Maldita sea, me has pillado!


Paula sonrió y le revolvió cariñosamente el poco cabello que le quedaba en la cabeza antes de marcharse por el pasillo en dirección a la cocina, dejando atrás al canoso Romeo. Con una sonrisa, Javier hizo girar su silla de ruedas y, con sorprendente velocidad, fue al comedor mirador. Allí, le recibió un estallido de carcajadas.


–Espero que mis huéspedes no te estén dejando agotada.


Paula sonrió a su amiga Sabrina, la mánager del hotel en el que ella trabajaba de pianista siempre que podía; también, de vez en cuando, echaba una mano con los almuerzos.


–Son estupendos. Podría pasarme el día hablando con ellos del jazz clásico. Crecí oyendo esa música. ¿Sabías que Javier pasó tres años en Nueva Orleans? ¡Y sus amigos se acaban de comer tres de mis tartas! Los músicos son todos iguales, sean de donde sean. Después de la música, es la comida. También en Francia es así.


Sabrina le puso un brazo sobre el hombro y sonrió. 


–Gracias por venir otra vez a ayudarme. No sé qué habría hecho sin tí.


–No ha sido problema para mí. Encantada de poder ayudar. ¿Tienes el hotel lleno también el fin de semana que viene?


–¡Todas las habitaciones ocupadas! Es la primera vez que tengo cuarenta huéspedes un fin de semana.


Sabrina dio a su amiga un abrazo y, al soltarla, le sonrió y añadió:


–Y sé que es gracias a tí. Me he enterado de que fuiste tú quien recomendó este hotel a Nora, después de que decidiera celebrar su cumpleaños aquí el próximo fin de semana. Va a venir gente de todas partes del mundo. En fin, muchas gracias.


–Me preguntó cuál era el mejor hotel de la ciudad y, naturalmente, le dije la verdad: éste. No sabes cuánto me alegro de que Nora haya decidido celebrar su cumpleaños en su casa de campo en vez de quedarse en París. Últimamente, no viene casi nunca.


–Ésa es una de las ventajas de cuidarle la casa de campo, ¿No? Vives en la casa tú sola la mayor parte del año; entretanto, Nora está en París o viajando.


Ella cerró los ojos y sonrió.


–Sí, tienes razón. Me encanta esa casa. No me imagino viviendo en otra parte, a excepción de Mas Tournesol. Tenemos mucha suerte – entonces, abrió los ojos–. Nora se merece una fiesta de cumpleaños maravillosa y voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que así sea. Al fin y al cabo, sólo se es una joven de sesenta años una vez en la vida.


–¡Desde luego! Y no lo olvides, cuenta conmigo para lo que sea.


Paula dió un beso a su amiga y le sonrió.


–Eres un cielo. En fin, me voy porque quiero estar en casa para cuando Nicolás llegue del colegio. Hasta mañana.


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