martes, 26 de septiembre de 2023

Eres Para Mí: Capítulo 21

Horacio Alfonso, el hombre al que había llamado papá toda la vida, había podido tomar esa fotografía. Pero también podía haber sido un amigo o un familiar. ¡No lo sabía! No obstante, estaba claro que esa fotografía había sido olvidada deliberadamente cuando emigraron a Australia. ¿Y si sus padres biológicos habían estado en aquella estancia cuando se tomó esa fotografía? La foto podía ser la clave para descubrir lo que quería. El primer paso para encontrar respuesta a tantas preguntas que se había estado haciendo respecto a quiénes eran sus padres. Preguntas que necesitaban respuestas.  Había sido un idiota. La creciente angustia y ansiedad que sentía desde que había descubierto que su padre quizá no fuera su padre, de repente, tenía sentido. Había llegado el momento de enfrentarse a los hechos y encontrar respuesta a sus preguntas. Oyó un ruido a sus espaldas y se volvió. Ella acababa de entrar por la puerta del patio con un florero repleto de girasoles que colocó encima de la mesita de centro delante de los sofás. Después, Paula se acercó al aparador y comenzó a hurgar en el cajón de abajo.


–Gracias por quedarte y entretener a Rosa. ¿Te gusta la foto? Encontré esa foto de tu madre en una caja en el ático. El decorador de Nora había puesto unas pinturas abstractas encima de la chimenea, pero no pegaban nada. ¿No te parece que está maravillosa?


–Sí, sí me lo parece –respondió Pedro volviéndose de nuevo hacia la foto–. No la había visto nunca. No tengo muchas fotos de mi familia, así que me ha sorprendido ver ésa.


Ella cerró el cajón y, tras suspirar, se incorporó de nuevo.


–Ésta es la foto original. Y todas éstas estaban en la misma caja en el ático.


Pedro se quedó mirando el pequeño álbum que Paula le ofrecía. Al aceptarlo, sus dedos se rozaron y, al instante, una ráfaga de energía le recorrió el cuerpo. Le pilló tan de sorpresa que carraspeó y tosió para romper el tenso silencio. Sintiéndose incómodo, desvió la mirada del álbum a los ojos azules de Paula. Y la sorprendió observándole… Con ojos desmesuradamente abiertos, perplejos. Inmediatamente, ella tomó aire, alzó las manos por encima de la cabeza y dijo con voz chirriante:


–Hay más en el ático. Voy a subir a buscarlas.


Antes de que él pudiera reaccionar, Paula desapareció en el pasillo y se la oyó subir las escaleras de madera. Era evidente que no sólo él había sentido esa especie de calambre. Sacudió la cabeza decidido a olvidar el incidente. ¿Más fotografías? Abrió el pequeño álbum que tenía en la mano y echó un vistazo a las fotos que, en su mayoría, eran en blanco y negro. 

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