—¿Quién?
—No juegues conmigo, Paula. Iván, por supuesto. Dijiste que ibas a verlo el viernes por la noche.
—Yo no te he dicho eso.
—Sí... Bueno, lo ponía en tu diario.
—¿Has leído mi diario? —repitió ella, atónita.
-Sí, he leído tu maldito diario. Hace un momento. Estaba en el suelo y yo iba a sacar a Frida y...
—¿Qué?
—Que ví lo de: Rescatar al doctor Alfonso. Y para tu información, para mí no fue solo sexo, hicimos el amor, Paula —dijo entonces Pedro con una ternura que ella casi había olvidado—. Hicimos el amor, ¿Verdad?
Ella lo miró a los ojos, intentando contener las lágrimas.
—Yo pensaba que sí.
—Y tenías razón. Pero es que, con Iván siempre rondándote, me pareció que... Que no estaba bien.
—¿Por qué?
—Porque eras de Iván...
—Yo no soy de nadie —lo interrumpió Paula.
—No te me pongas feminista ahora, ya sabes a qué me refiero.
—Sí, lo sé. Y no soy de Iván. Ni siquiera me he acostado con él.
—¿No?
—No. Y nunca lo haré.
Pedro la miró, atónito, incapaz de creer lo que estaba oyendo.
—Pero dijiste... ¿No tenías que darle una respuesta?
Paula soltó una carcajada.
—No te rías. Esto es muy serio.
—Iván tenía entradas para un concierto de rock… Pero como a mí no me apetecía, ha ido con mis amigos. Por cierto, me ha dejado un par de entradas, por si quería ir contigo.
—¿Qué?
—Lo que has oído. Iván es un estirado, pero también es una persona generosa y...
Pedro la estrechó en sus brazos.
—Paula, mi amor.
—No quiero más peleas. Nunca más.
—Yo tampoco. Te quiero, Paula Chaves—dijo Pedro en voz baja—. Siento mucho no habértelo dicho antes, pero pensé que estabas enamorada de Iván y no quería hacer el ridículo.
—Ese tonto orgullo —sonrió ella, feliz.
—¿Me perdonas?
Paula tomó su cara entre las manos y lo miró a los ojos.
—Sí, doctor Alfonso. Te perdono... Pero tienes que decirme que me quieres tres veces al día, para que no se me olvide.
—Y tú tienes que hacer lo mismo.
—Te quiero. Te quiero. Te quiero —sonrió ella—. Ahora tú.
Pedro buscó sus labios para besarla con todo el amor y la ternura que llevaba dentro.
—Te quiero —murmuró.
—Y yo a tí, tonto.
Después, varias horas después, Paula aceptó casarse con él.
—Te quiero, Paula —sonrió Pedro.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario