martes, 31 de octubre de 2017

Propuesta: Capítulo 14

Ella también inspiró con fuerza.

—Era mi padre. Ha llamado para regodearse.

Pedro frunció el ceño.

—¿De qué?

—Él  y  su  abogado  han  obtenido  un  mandamiento  judicial  en  contra  de  mi  fondo fiduciario y quería que supiese que han suspendido mi asignación mensual.

Pedro detectó el temblor de su voz.

—Pero creía que faltaban tres meses para que cumplieses veintiséis años.

—Así es, pero algún juez, seguramente amigo de papá, ha considerado que mis padres tienen motivos para retener mi dinero. No creen que vaya a casarme antes de la  expiración  del  fondo  fiduciario.  Necesito  el  dinero,  Pedro.  Contaba con  él  para  pagar  a  mis  hombres  y  todos  los  trabajos  que  he  pedido  que  se  hagan  aquí.  Hay  muchas  cosas  de  las  que  mi  abuelo  no  se  había  ocupado  y  había  que  hacer,  como  reparar   el   tejado   del   granero.   Mis  padres  me  están  poniendo  en  un  aprieto   intencionadamente y lo saben.

—Seguro que hay algo que tu abogado pueda hacer.

—Hace  un  rato  me  envió  un  mensaje  diciendo  que  no  podemos  hacer  nada  ahora que hay un juez de por medio. E incluso si pudiéramos, llevaría tiempo y mis padres lo saben. Es un tiempo que ellos calculan que no tengo, lo cual se inclina a su favor.   Cierto,   tengo  el  rancho,   pero  hace falta   dinero  para  mantenerlo  en  funcionamiento.

Él negó con la cabeza.

—¿Y todo porque no te has casado?

—Sí. Creen que me educaron para ser la esposa de alguien como David, que ya tiene su puesto en la alta sociedad de Savannah.

Pedro se quedó en silencio un instante.

—¿El fondo fiduciario especifica con quién tienes que casarte?

—No,  sólo dice que  tengo  que estar  casada.  Supongo  que  mis  abuelos  lo  elaboraron  pensando  que  me  casaría  automáticamente  con  alguien  que  estuviese  a  mi altura.

 De pronto,  a Pedro se  le  ocurrió  una  idea.  Era  una  locura...  pero  podría  tener  efecto a largo plazo. Al final, ella conseguiría lo que deseaba y él también. Extendió la mano para tomar la de Paula, sus dedos se entrelazaron y él intentó ignorar los sentimientos que le provocaba el tocarla.

—Sentémonos un rato. Creo que tengo una idea.

Paula dejó  que  la  condujese  hasta  la  mesa  de  la  cocina,  se  sentó  con  las  manos  sobre la mesa y lo miró expectante.

—Prométeme que no te cerrarás cuando escuches mi proposición.

—Vale, lo prometo.

Él se detuvo un instante y luego dijo:

—Creo que deberías hacer lo que quieren tus padres y casarte.

—¿Cómo?

—Piénsalo,  Pau.  Puedes  casarte  con  quien  quieras  para  conservar  tu  fondo  fiduciario.

Paula estaba aún más confundida.

—No entiendo, Pedro. No mantengo ninguna relación con nadie, ¿Con quién se supone que me voy a casar?

—Conmigo.

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