jueves, 23 de noviembre de 2023

Rivales: Capítulo 39

 —Me estás ofendiendo.


—Eres un hombre —dijo Sonia como si eso lo explicara todo.


—Sonia tiene razón —intervino Luciana.


Pedro se dijo que debía haber previsto que se podría del lado de su hermana. Aunque pelearan entre ellas, siempre presentaban un frente unido cuando lo atacaban a él.


—Deberíamos conocerla antes de la fiesta —comentó Luciana a la vez que se acomodaba en uno de los taburetes.


—Estoy de acuerdo.


—Yo no estoy tan seguro —dijo Pedro.


—No hemos pedido tu opinión —dijo Sonia, sacudiendo la cabeza.


—Si no la conocemos antes, la acribillaremos a preguntas en la fiesta y lo va a pasar fatal.


—Ni siquiera he asegurado que vaya a llevarla.


Sonia le dedicó una mirada tan similar a la de su madre cuando lo amonestaba que Pedro tuvo que hacer un esfuerzo para no estremecerse. Finalmente su hermana le dedicó una sonrisa felina y dijo: 


—En el fondo estás deseándolo.


Pedro se dió por vencido, entre otras cosas porque Sonia tenía razón. Quería presentar a Paula a su familia, y viceversa. Y en lugar de que esa idea lo inquietara, le hacía sentirse bien consigo mismo.




Bañar en su jugo


—¿Vas a volver a quedar con Pedro esta noche? —preguntó Rocío. Estaba sentada en el sofá, tomando la crema de tomate que Lara había preparado para almorzar—. ¿Cuántas veces han salido ya? ¿Cinco, seis?


Para Paula, no las suficientes. Cuanto más lo veía, más tiempo quería pasar con él. Era una locura… Pero el sentimiento era tan natural que no tenía sentido intentar reprimirlo.


—Acabas de suspirar —dijo Rocío en tono acusador.


Paula recordó aquello de que la mejor defensa era un buen ataque.


—¿Te molesta?


—Sí —Rocío hizo un mohín—. Has quedado más veces en las dos últimas semanas que yo en los últimos seis meses. No es justo —sonrió—. Pero me alegro por tí.


—Gracias, Rocío. Yo también me alegro por mí.


La cadena de televisión todavía no había decidido qué hacer con su puesto, así que Pedro tenía mucho tiempo libre y parecía encantado de pasarlo con ella. Habían salido a cenar un par de veces y él había cocinado para ella en su apartamento en otra ocasión, tal y como había prometido. Una boloñesa tan deliciosa como el sexo que la había seguido.


Paula nunca se había sentido igual. Lo único que nublaba sus días era seguir peleada con su padre, pero Pedro la ayudaba a sentirse mejor. Dadas sus buenas relaciones familiares, no era de extrañar que fuera tan optimista e insistiera en que algún día resolverían sus problemas y establecerían una buena relación. Paula toqueteó el cinturón plateado que recogía la cintura de su vestido rojo. Llevaba un conjunto nuevo, incluidas las sandalias de tacón. Normalmente no se preocupaba por su aspecto y se ponía lo primero que encontraba en el armario. Pero aquella noche era especial, así que se había esforzado incluso más que la semana anterior y había ido de compras por la mañana. Volvió a ajustarse el cinturón, que se había comprado por recomendación de la dependienta, junto con unos pendientes colgantes de cristal que capturaban y reflejaban la luz.


—¿Te parece que me he pasado?

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