martes, 14 de noviembre de 2023

Rivales: Capítulo 25

 —Los postres no son mi especialidad, pero se me ha ocurrido una tarta decadente —continuó Pedro.


—¿De chocolate?


—Claro. Solo una tarta de chocolate puede ser decadente.


—Suena bien —dijo Paula, e intentó leer las notas de su cuaderno, pero Pedro lo cerró.


—Algún día te la haré —dijo él a la vez que la camarera llegaba para atender a Paula.


—¿Qué tal fue la cena con tu familia? —preguntó ésta cuando se quedaron solos.


—Bien. Mi padre abrió un buen whisky y mi madre hizo su famosa lasaña.


—¿Qué tiene de especial?


A Paula le extrañó ver que la mirada de Pedro se ensombrecía.


—La receta de la salsa es un secreto familiar.


Paula siguió sin comprender su gesto torcido.


 —Supongo que les contaste todo lo que pasó ayer.


—No todo. Decidí guardarme la mejor parte —Pedro le guiñó un ojo.


—¿Sí? —a Paula se le puso la carne de gallina al imaginar a qué se refería.


—Sí. Jamás les contaría a mis hermanas que me he caído de un árbol.


Paula rió. En el extremo opuesto del comedor, se produjo un alboroto en el que estaba implicada una pareja. Vió que la mujer se ponía en pie y le decía unas cuantas palabras fuertes al hombre. Luego se quitó un anillo y se lo tiró a la cara junto con su café helado, antes de marcharse, encolerizada. Su avergonzado acompañante salió poco después.


—¡Qué desagradable! —comentó Paula.


—A mí me pasó algo similar.


—¿A tí personalmente?


—No. A un cliente para el que preparé una cena romántica porque iba a declararse a su novia. Acabaron tirándose algo más que bebidas.


—¿Tuvieron una pelea de platos? —preguntó Paula entre asombrada y divertida.


Pedro asintió.


—El plan se fue abajo cuando ella le acusó a él de haberse acostado con su hermana.


—¡Qué sinvergüenza!


—Eso pensé yo. Por eso le dí a ella el pastel de limón con merengue cuando buscaba algo para tirarle.


—¡No! —exclamó Paula, abriendo los ojos desmesuradamente.


—Me pareció apropiado porque él había escondido dentro el anillo.


—Aun así, qué manera de desperdiciar una tarta —dijo Paula, risueña.


—Y era una de mis mejores creaciones —Pedro frunció el ceño y continuó en tono circunspecto—: No entiendo cómo se puede ser infiel, y menos con una hermana o una amiga íntima. Esa es una traición…


—Aún más dolorosa.


—El matrimonio es algo muy serio. O debería serlo.


Paula bajó la mirada.

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