martes, 20 de junio de 2023

Tentación: Capítulo 15

 –No, tú no eres responsable de mí –replicó–. Pero, si me quedo aquí, seré profundamente desgraciada. Me juzgarán cada vez que salga a la calle o vaya a la panadería. Me tomarán por una mujer de vida disipada, y ya sabes lo que me espera. ¿O has olvidado lo que pasa en los pueblos pequeños?


–No, no lo he olvidado. Me marché en cuanto pude y, francamente, me extraña que tú no hayas hecho lo mismo.


–No podía marcharme, Pedro.


–¿Por qué? 


Ella respiró hondo.


–Porque le hice una promesa a mi padre. Le prometí que cuidaría de mi madre cuando él no estuviera, y tenía que cumplir mi palabra –contestó–. Pero no le ha hecho ningún bien. Se ha vuelto dependiente de mí, y ya es hora de que aprenda a vivir por su cuenta.


Pedro guardó silencio.


–Necesito marcharme –insistió Paula–. Ayúdame.


Él volvió a entrecerrar los ojos.


–No sé qué puedo hacer por tí. Pero, si quieres, te puedes quedar en la villa cuando me vaya. Pagué el alquiler hasta finales de mes.


–No, no me puedo quedar en Sicilia.


–¿Y en Roma? Tengo una casa en la capital.


Ella sacudió la cabeza.


–Eso tampoco me serviría. A decir verdad, esperaba que me pudieras llevar a los Estados Unidos.


Pedro la miró con asombro.


–¿Lo dices en serio?


–Mira, solo busco un sitio donde me pueda quedar temporalmente, hasta que encuentre otra cosa.


–¿Solo quieres eso? –ironizó él.


–Asumiré todos los gastos. Te pagaré hasta el último céntimo, aunque tenga que trabajar el resto de mi vida –le prometió ella–. Necesito un respiro, Pedro. Seguro que puedes entenderlo. ¿No te ayudó nadie cuando estabas empezando?


Pedro frunció el ceño, porque sus palabras no habían caído en saco roto. Sí, claro que le habían ayudado. Su padrino le había dado el dinero necesario para viajar a los Estados Unidos y sobrevivir hasta encontrar un empleo. Sin embargo, eso no significaba que tuviera la obligación de hacer lo mismo con ella. Si su madre se había enfadado, que se enfadara. Si sus vecinos la criticaban, que la criticaran. Ya se les pasaría cuando surgiera otro escándalo. Paula no era problema suyo. Paula era una mujer adulta que se había acostado con él a sabiendas de lo que hacía. No la había engañado con falsas promesas. No le debía nada. 


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