jueves, 19 de mayo de 2022

Juntos A La Par: Capítulo 36

Paula se propuso ser la mejor acompañante posible. No le resultó sencillo, porque lady Haleford era bastante difícil. No solo por su edad, sino porque después del ataque ya no podía vivir la vida a la que estaba acostumbrada. Los primeros días todo le parecía mal, aunque toleraba a Félix y Marc, y decía que solamente ellos la comprendían. Por suerte, la señora Twitchett y Nélida hacían todo lo posible por ayudarla, que estaba convencida de que las cosas mejorarían. Una tarde en que lady Haleford se durmió jugando a las cartas, se quedó sentada en silencio esperando que se despertase. Y mientras lo hacía, pensó que su trabajo no era fácil, no tenía libertad y casi nada de tiempo libre, pero por otro lado, tenía un hogar cómodo, los animales estaban mimados y cuidados y podría ahorrar dinero. Además, le gustaba lady Haleford, y la casa y el jardín eran hermosos. Tenía tanto que agradecer que no sabía por dónde empezar. Por el doctor, supuso, que había hecho posible que todo sucediese. Si supiese dónde vivía podría escribirle para darle las gracias... La puerta del salón se abrió silenciosamente y él entró. Lo miró boquiabierta. Luego se llevó un dedo a los labios.


—Está dormida —susurró, y sintió una oleada de felicidad al verlo.


Él se inclinó a darle un beso en la mejilla antes de sentarse.


—He venido a merendar —le dijo—. Y si mi tía me invita, también me quedaré a cenar. 


Lo dijo como si fuese algo que hacía habitualmente y tuvo cuidado de esconder el placer que le causaba volver a ver a Paula. Seguía sin ser una belleza, pero la buena comida le estaba devolviendo las suaves curvas y habían desaparecido sus ojeras. Qué hermosos ojos, pensó el doctor y sonrió, sintiéndose complacido con su compañía.  Lady Haleford se despertó con un pequeño resoplido.


—Pedro, qué gusto. ¿Te quedas a merendar? Paula, vete a avisar a la señora Twitchett. Ya conoces a Paula, por supuesto.


—La he visto al entrar. Sí, conozco a Paula. ¿Cómo te encuentras ahora que estás en casa, tía?


—Me canso —se quejó la señora—, y me olvido de las cosas. Pero es bueno estar en casa nuevamente. Paula es buena y no se impacienta. Algunas de las enfermeras eran impacientes.


—¿Duermes bien?


—Supongo que sí. Las noches son largas, pero Paula hace té y charlamos —dijo, añadiendo con ansiedad—: ¿Me pondré bien, Pedro?


—Lentamente —dijo él con suavidad—. Recuperarse es más difícil que estar enfermo.


—Odio la silla de ruedas y el andador. Prefiero apoyarme en el brazo de Paula. Qué suerte que la hayas encontrado, Pedro. No es guapa y además se viste con esa ropa tan sosa..., pero tiene bonita voz y es dulce — dijo la anciana, como si Paula no estuviese allí—. Has hecho una buena elección, Pedro.


—Desde luego que sí, tía —dijo el doctor, sin mirar a Paula.


Nélida les llevó la bandeja con el té y él comenzó a conversar sobre su madre, su trabajo y amigos comunes, dándole tiempo a Paula para que superase su incomodidad. Era tan sensata que no se molestó por los comentarios de lady Haleford, pero el doctor suponía que se sentía avergonzada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario