jueves, 19 de mayo de 2022

Juntos A La Par: Capítulo 35

 —¿Fuera? No, estaré en casa las próximas semanas —dijo Sofía, poniendo cara de pena—. Hace días que Pedro y yo intentamos encontrarnos. Es que está tan ocupado... No te imaginas lo difícil que es pasar juntos una o dos horas.


—Pero, cariño —dijo la señora, que como no tenía nada de malicia no la veía en los demás—, tienes que venir a cenar. Al menos los sentaré uno al lado del otro y podrán pasar un rato juntos. Invitaré a otro hombre para completar el número.


—¡Qué amable de tu parte! —dijo Sofía, poniéndole una mano en el brazo—. Al menos, si nos sentamos juntos, podremos quedar en vernos otro día.


Ella estaba convencida de que si Pedro la volvía a ver, reanudaría su amistad con ella y se olvidaría de esa chica insignificante, pero sufrió una desilusión. El doctor la saludó con su habitual sonrisa, escuchó su entretenida charla y, con sus habituales buenos modales, evadió sus preguntas de dónde había estado. A Sofía la irritaba que, a pesar de sus esfuerzos, no lograse que él pasase de ser solo un amigo. Cuando acabó la velada, la llevó a su casa, pero no aceptó su invitación de entrar a tomar una copa.


—Tengo que levantarme temprano —le dijo y le dió las buenas noches con distante amabilidad.


Sofía se fue enfadada a la cama. No encontraba nada que criticar en su actitud masculina, pero se dió cuenta de que había perdido la poca influencia que había tenido sobre él, lo cual la hizo empecinarse más en conquistarlo. Desde que era niña, siempre había obtenido lo que quería, y en esos momentos quería a Pedro.


—Qué pena que Pedro no pueda venir, se va de fin de semana —le dijo una amiga de su madre varios días más tarde, mientras jugaba de pareja con ella al bridge.


—Sí —dijo Sofía, como si ya lo supiese—. Quiere mucho a su madre.


—Ella vive en un sitio tan agradable... También irá a visitar a una tía anciana —rió la señora—. No parece un programa interesante. ¿Irás con él, Sofía?


—No, había prometido ir a visitar a una antigua compañera de colegio.


Sin saber por qué, a Sofía le pareció sospechosa aquella información. A los dos días llamó a Pedro y, haciéndose la desentendida, le propuso ir al cine.


—No estaré el fin de semana —le dijo él.


—Ah, no importa —dijo ella como si no le importase demasiado—. Otro día será. ¿Vas a visitar a tu madre?


—Sí. Será agradable escaparse de Londres un par de días.


Aunque parecía amable y cortés como siempre, Sofía se dió cuenta de que no hacía ningún progreso con él. Había alguien más. ¿Sería la misma chica? Después de pensarlo bastante, decidió llamar a la casa de la señora Alfonso. Si ella le respondía, cortaría diciendo que se había equivocado de número. Pero si le respondía el ama de llaves, que era bastante parlanchina, le tiraría de la lengua.  Tuvo suerte. Cuando dijo que era una antigua amiga del doctor, la mujer le contó que él iría a pasar el fin de semana y que partiría la mañana del domingo a visitar a lady Haleford.


—Ah, sí —la alentó Sofía—, su tía abuela. Una anciana encantadora.


—Acaba de volver a casa —prosiguió el ama de llaves—. Ha tenido un ataque de apoplejía. Pero la señora me ha dicho que han conseguido a alguien que viva con ella: Una joven muy competente.


—Tengo que llamar a lady Haleford. ¿No me daría el número?


Una vez que tuvo el número, le resultó fácil averiguar que lady Haleford vivía en Aldbury. Encontraría una excusa para ir a visitar a la anciana y enterarse de qué era lo que tenía aquella chica que mantenía a Pedro tan interesado en ella. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario