Era un hombre que le gustaba mucho, lástima que el interés que él sentía por Paula fuese solo amabilidad. Su sobrina lo había recibido con alegría y Dios sabía que la pobrecilla necesitaba amigos de su edad. Qué pena que él estuviese de paso por York y viviese tan lejos... Después de la merienda, él lavó los platos y ella los secó. La anciana, que los escuchaba hablar y reírse desde el salón, pensó que Paula tendría que conseguir un trabajo para relacionarse un poco durante los largos meses del invierno. Sintió cierta pena al pensar en que tendría que renunciar a su viaje, algo de lo que ella no debía llegar a enterarse. Pronto se fue el doctor, despidiéndose con exquisita cortesía y prometiendo volver la tarde siguiente.
—Pues bien, ya nos podemos quedar tranquilos, ¿Verdad, Tiger? —le dijo al perro mientras conducía hasta York— Iniciará una nueva vida con su encantadora tía, probablemente encontrará un trabajo agradable y un joven adecuado y se casará. De lo más satisfactorio.
Entonces ¿Por qué le gustaba tan poco la idea?
A la mañana siguiente, el doctor exploró la ciudad con su perro. Hacía muy buen tiempo. Al fin y al cabo, seguro que sería allí donde Paula encontraría trabajo. Luego comió en un viejo pub, donde le dieron a Tiger bizcochos y agua. Cuando acabó, se subió al coche para dirigirse a Bolton Percy.
Paula había pasado la mañana haciendo las pequeñas tareas que le permitía su tía, pero todavía le quedaba tiempo para preocuparse por la ropa. Decidió que lo único adecuado para ponerse era el abrigo corto y la falda tableada con los que había viajado. Total, al doctor Alfonso parecía no importarle el aspecto. Le había causado una alegría verlo, como si fuese un viejo amigo, alguien que escuchaba sin interrumpir y hacía sugerencias de forma amistosa e impersonal, como un médico. Es que era médico, recordó. El doctor llegó puntualmente, habló diez minutos con la señorita Chaves, sugirió que Marc se sentase atrás con Tiger, ayudó a Paula a entrar en el coche y tomó el camino hacia la costa. Cuando llegaron a Flamborough, ataron los perros a las correas y caminaron a paso vivo hasta la península. Hacía viento, pero el aire resultaba tonificante.
—¡Qué maravilloso! —exclamó Paula cuando se detuvieron a mirar el mar—. Imagínese vivir aquí y despertarse todas las mañanas frente al mar.
—¿Quieres hablar de tus planes, Paula? —preguntó discretamente el doctor cuando volvían de caminar un largo rato—. ¿Quizá tu tía te ha sugerido algo? ¿O piensas quedarte con ella indefinidamente?
—Quería preguntarle sobre ello. Hay un problema —dijo Paula, y le habló de lo que se había enterado en la tienda—. La tía Teresa no me ha dicho nada —concluyó—, pero no puedo permitir que se quede sin su viaje a Italia debido a mi llegada intempestiva —se detuvieron y ella elevó la mirada al rostro de él—. Como ve, tengo que conseguir trabajo rápidamente, pero no sé cómo hacerlo.
—Pues creo que será mejor que no le digas nada a tu tía sobre sus vacaciones en Italia. Ve a York y apúntate en todas las agencias de empleo que encuentres... —hizo una pausa—. ¿Qué es lo que sabes hacer, Paula?
—La verdad es que nada —dijo ella sin perder el ánimo—. Labores de la casa, cocinar... Supongo que podría ser camarera o trabajar en una tienda. No es el tipo de trabajo que le guste hacer a la gente, ¿No? Y no está bien pagado. Pero podría empezar en algún lado y luego conseguir un lugar para vivir...
—¿Crees que tu tía te dejaría vivir en su casa cuando ella estuviese fuera?
—Probablemente. Pero... ¿Cómo iría a trabajar? El autobús llega al pueblo solo dos días por semana, y en el pueblo mismo no hay posibilidad de ningún empleo —dijo, añadiendo apasionadamente—: ¡Tengo que ser independiente!
—Por supuesto —dijo él, tomándola del brazo para seguir caminando—. No puedo prometerte nada, pero conozco a mucha gente y quizás sepa de algo. ¿Te importa dónde sea?
—No, siempre que pueda llevarme a Félix y a Marc.
—¿No hay posibilidad de volver a tu casa?
—Ninguna —dijo—. Qué incordio que resulto a todo el mundo, ¿No?
Aunque coincidía con ella, no se lo dijo. Solo sabía que Paula quería ser independiente y que por algún motivo que el mismo no comprendía, quería ayudarla.
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