martes, 17 de mayo de 2022

Juntos A La Par: Capítulo 30

Varias horas más tarde Paula, alimentada, duchada y acostada, con Marc bajo la cama y Félix echado a sus pies, intentaba recordar lo que había sucedido, que parecía un cuento de hadas. ¿Cómo había conseguido Pedro un saloncito privado, una bandeja con té, comida para Félix y Marc tan rápido? Le habían deshecho la maleta, lavado y planchado la ropa, se hallaba en una habitación con un balcón donde Félix se podía sentir libre, había tomado una cena deliciosa, una copa de vino y Pedro la había instado a comer y beber y no hacer preguntas, sino irse a la cama, porque tenían que partir temprano por la mañana. Había obedecido, soñolienta. Agradeció la cena y le deseó buenas noches. Y todo parecía perfectamente normal, al igual que los sueños parecían normales. Por la mañana tenía que encontrar una forma de irse, pero en esos momentos solo podía cerrar los ojos. Cuando los volvió a abrir, un débil sol se filtraba por las cortinas y una simpática camarera le traía una bandeja con un té.


—El doctor Alfonso desearía que se vistiese deprisa y se reuniese con él en el saloncito dentro de veinte minutos. Yo tengo que llevarme el perro para que pueda salir con el del doctor.


Paula tomó el té, sacó a Félix al balcón y se duchó y vistió a toda prisa para no hacer esperar a Pedro, así que su pelo no era una maravilla y apenas se puso maquillaje, pero estaba descansada y dispuesta a lo que fuese. El doctor se encontraba mirando por una ventana. Se dió la vuelta cuando ella entró y la contempló detenidamente.


—Eso está mejor —el aspecto de Paula había mejorado—. ¿Has dormido bien?


—Sí, sí. Maravillosamente —dijo, y se inclinó a acariciar la cabeza de Marc—. Gracias por sacarlo. Y gracias por la habitación, fue como un sueño.


Les llevaron el desayuno y, cuando se sentaron a la mesa, ella dijo: 


—Supongo que tendrás prisa. La camarera me pidió que me apresurara. Te agradezco tu amabilidad, Pedro —luego añadió—: Hay varios trabajos que iré a ver esta mañana.


—Paula, somos amigos, así que no digamos más tonterías —dijo el doctor, untando generosamente una tostada con confitura—. Eres una joven con valor, pero ya basta. Dentro de media hora nos marcharemos de York. Le he escrito una nota a Antonio para que sepa lo que ha sucedido cuando vuelva a su casa y se lo diremos a la señorita Chaves lo más pronto posible.


—¿Decirle qué?


—Dónde estarás y lo que estarás haciendo.


—No iré a casa.


—No, por supuesto que no. Me gustaría que hicieses algo por mí. Tengo una tía abuela que se está recuperando de un ligero ataque de apoplejía. Lo único que desea es volver a su casa, pero mi madre no ha logrado encontrar a nadie que viva con ella durante un tiempo. Tiene un ama de llaves y una doncella que llevan años con ella. Lo único que hay que hacer es hacerle compañía, conversar, entretenerla. Es mayor, tiene más de ochenta años, pero adora su casa y su jardín.


Le estaba pidiendo ayuda y ella le debía tanto... Además, era su amigo, y los amigos se ayudan cuando es necesario.


—Si a tu tía abuela le parece bien que esté con ella, lo haré. Pero ¿Y Félix y Marc?


—Vive en el campo y le gustan los animales. Te aviso que es muy mayor y puede que le dé otro ataque, así que el puesto no es permanente.


—Supongo que para alguien como yo, sin ninguna preparación, será difícil encontrar un trabajo fijo —dijo ella, y se terminó el café—. Pero tengo que escribirle a la tía Teresa para decírselo.


—¿No tienes su número de teléfono?


Cuando llamaron, la voz de la tía Teresa sonó fuerte y clara preguntando quién era.


—Soy yo, Paula. No pasa nada, pero tengo que contarte..., Es decir, explicar...


—¿Señorita Chaves? —dijo el doctor, quitándole el auricular de las manos—. Soy Pedro Alfonso. Quiero tranquilizarla. Paula está conmigo y totalmente segura. Ya se lo explicará, pero le prometo que no tiene que preocuparse por nada —le devolvió el teléfono—. Sacaré a los perros a dar una vueltecilla. Dile a tu tía que la llamarás esta noche.


Paula le relató a la tía Teresa de forma bastante coherente lo que había sucedido.


—Y Pedro me ha ofrecido un trabajo con una tía de él. Le he dicho que sí porque me gustaría retribuirle su amabilidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario