jueves, 25 de noviembre de 2021

Indomable: Capítulo 37

Recordó a su chofer, Juan, a su cocinera, Esmeralda, y a su doncella, Carla. Era un milagro que Juan no hubiera lanzado su coche por un risco, que Esmeralda no le hubiera dado setas venenosas y Carla no le hubiera partido un plumero en la cabeza. En su temor de dejar que alguien se acercara a ella, Paula se había mostrado seca, superior y arrogante con cada uno de ellos. Se sentía tan avergonzada por su conducta que dedicó gran parte de la mañana a tratar de imaginar cómo se disculparía, cómo los compensaría. Y de ello pasó a pensar en todas las personas a las que había agraviado en esos últimos años. La cantidad de gente a la que debía compensar era abrumadora. Y luego pensó en Malena. Su prima carnal, su amiga más antigua y querida. Rememoró a Damián y el modo en que murió, y de pronto supo con absoluta certeza que Malena, sin importar lo mucho que le desagradara Damián y los celos que tenía de él, jamás habría hecho algo para poner en peligro su vida. Si Malena dijo que no había podido salvarlo de ahogarse en aquella inundación súbita, entonces ésa era la verdad. Su prima jamás había mentido, ni siquiera para salir de algún atolladero con su padre y su madrastra. No habría sido capaz de mentir sobre la muerte de Damián. ¿Cuan herida había quedado por el abandono de Paula y su odiosa negativa a creer en ella? Existía la posibilidad de que tuviera que enfrentarse al hecho de que había algunas cosas que nunca podría reparar, algunos puentes quemados que jamás podría volver a levantar. Y para Malena nunca podría volver a ser lo mismo. Paula la había traicionado de una manera que habría sido imposible para otra persona, por lo amigas que eran. Tendría que haber sido la defensora más firme de su prima y su máxima aliada. El hecho de que se hubiera comportado como la peor enemiga de Malena era algo que ninguna de las dos podría llegar a superar. Esa carga que sentía en su interior le pesó una tonelada. Se hizo insoportable y de pronto careció de la energía de poner un pie delante del otro. A primeras horas de la tarde apenas fue consciente del momento en que Pedro paró para descansar. Tenía el corazón agitado por Malena y la enormidad de lo que había hecho. Encontró un sitio donde sentarse y con cuidado se dejó caer con la espalda apoyada en un árbol. Se hallaba tan abatida que tenía la mirada perdida.


-¿Te preocupa algo?


Pedro se había sentado a su izquierda y estirado las largas piernas. Kiara se había tumbado junto a sus pies. Los miraba a los dos.


-¿Crees que alguna vez podré compensar las cosas que he hecho? -lo miró fugazmente y soltó la pregunta sin rodeos.


Pedro guardó silencio tanto rato que a Paula la ansiedad se le hizo intolerable. Al llegar al punto en que empezaba a pensar que quizá fuera mejor para todo el mundo que nunca la encontraran, él contestó.


-Imagino que eso depende de si lamentas haber hecho mal y quieres repararlo porque la gente se lo merece, o si sólo lo lamentas porque quieres ganarte su buena voluntad para sentirte mejor o ser más popular.


-No puedo negar que no desee sentirme mejor -confesó; la voz se le cortó unos momentos, pero con valentía continuó-: Debo hacer algo para enfrentarme a esta culpa. Pero sinceramente deseo disculparme y compensar mis actos pasados -se mordió el labio con fuerza para contener las lágrimas y reprimir la enorme oleada de emoción que le dificultaba hablar-. Sin importar cómo lo acepte la gente, se lo debo. Aunque jamás pueda aceptar mis disculpas, o a mí, debo hacerlo. No puedo ser la persona que fui ni un momento más, y tampoco puedo volver y comportarme de manera distinta sin reconocer las cosas malas que he hecho -respiró hondo para contener las lágrimas y soltó una risa amarga-. Puede que ya no sepa quién soy, y quizá no sepa cómo actuar con todos ellos, pero debo hacer algo. Espero no terminar de estropearlo.


-Tus instintos son mejores de lo que crees, Paula -la voz de Pedro transmitió un tono sosegado de raciocinio y sencilla sabiduría-. Tienes el corazón en el sitio adecuado.


Lo miró y esbozó una sonrisa débil e insegura.


-Algunas personas afirmarían que no poseo corazón. 

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