jueves, 28 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 41

—Cuando  Melisa  Mae  Alien  empezó  a  coquetear  con  él  de  forma  descarada.  Me puso tan furiosa que le habría pegado.

—¿Por qué no lo hiciste?

 —Yo era la reina del rodeo. Tenía que cuidar mi imagen —dijo ella moviendo la cabeza—. Pero estaba muy furiosa. Sentí que si no hacía algo lo perdería.

—Sí  —dijo Pedro,  sabiendo  que  Diego había  sido  el  tipo  de  persona  que  utilizaría aquello en su beneficio.

 —Lo  que  hubo  entre  Diego y  yo  fue maravilloso  —dijo ella  sonrojándose  un  poco  a  pesar  del  tono  ligeramente  defensivo  de  su  voz—.  Pero  me  hubiese  gustado  hablar  contigo  antes  de  que  todo  se  complicara.  No  hice  las  cosas  bien  y  mi  única  excusa es que era muy joven.

—Esa  es  una de  esas  experiencias  de  las  que  hablaba  tu  padre  que  forman  el  carácter.

Camila sonrió con tristeza y suspiró.

—Solo quiero  decirte  otra  vez  que  lo  siento.  Sé  que  llego  con  diez  años  de  retraso, pero espero que aceptes mis disculpas.

—De acuerdo. ¿Lo zanjamos ya?

 —Sí —dijo ella, y pareció aliviada—. Dime, ¿Hay alguien especial en tu vida?

«Tu hermana». Aquel  pensamiento  le  vino  de  forma  instantánea,  y  por  un  momento  temió  haberlo dicho en voz alta, pero la mirada inquisitiva de Jen no se había cambiado por otra de sorpresa o desaprobación.

—¿A qué te refieres con especial?

 —Paula—dijo ella sin dudarlo. Había dado en el blanco, pero Pedro sabía que no tenía ningún sentido admitir que estaba enamorado.

No era adecuado para Paula. El padre de ella le había dejado aquello muy claro respecto a Camila.

—¿Quién querría a una persona que va dando tumbos de un lado a otro, como yo? —le preguntó, deseando cambiar de tema.

—Una pregunta más fácil sería ¿Qué mujer no lo querría? —dijo ella riéndose.

—No —dijo él negando con la cabeza—. Soy un hombre solitario, siempre lo he sido y siempre lo seré.

—¿No tendrás aún la espina clavada?

—¡No! Soy así —dijo él intentando sonreír.

 —Lo  sé —dijo  Camila,  y  a  Pedro le  pareció  que  sus  ojos  verdes  le  atravesaban  el  alma—. ¿Necesitas que te diga que eres más que apropiado para ella?

—Ese no es tu trabajo.

—Pero  alguien  tiene  que  hacerlo  porque,  si  no,  vas  a  echar  a  perder  algo  maravilloso con mi hermana.

—¿Qué te hace pensar que...

Camila levantó una mano.

—No hace falta ser un genio para darse cuenta. Llevas varias semanas viviendo con ella. Taylor y yo conversamos casi todos los días, y sé leer entre líneas. Además, conmigo  nunca  hablaste  de  la  forma  en  que  lo  hacías  con  Paula—dijo  Camila—.  A  mí  nunca  me  contabas  todas  las  cosas  que  le  contabas  a  ella.  Muchas  veces  los  ví  hablando y riendo, pero conmigo eras introvertido y callado.

—Era  fácil  hablar  con  Paula—dijo   él—.   No  sentía  la  necesidad  de  impresionarla, no tenía que ser lo suficientemente bueno.

—Papá  ya  no  está   —dijo  Camila—.   Soy  la  mayor  de   la  familia,  y  es  mi   responsabilidad  decirte  que  si  él  estuviese  aquí  te  diría  que  se  había  equivocado  contigo, que eres un buen hombre y que eres bienvenido a la familia.

—¿Lo piensas realmente?

—Con todo mi corazón —dijo ella—. Eres más que bueno.

De repente, todos aquellos años de falta de seguridad en sí mismo empezaron a borrarse y por fin se sintió libre.

—¿Y tú? ¿Hay alguien especial en tu vida?

Una triste expresión se dibujó en el rostro de Camila.

 —Yo ya tuve mi oportunidad con el amor, y fue maravilloso mientras duró. He tenido lo que el destino me ha reservado.

—¿No ha habido nadie  más?  —le  preguntó. 

Paula se  lo  había  dicho,  pero  resultaba  difícil  creer  que  una  mujer  tan  guapa  como  Jen  no  hubiese  tenido  otra  relación.

—Nunca he querido a nadie más —dijo ella mirándolo.

—Tengo que hacerte una  pregunta  —dijo él  pasándose  la  mano  por  el  pelo—.  ¿Te volverías a casar con Diego?

—Sin dudarlo —dijo ella—. Creo sinceramente que es mejor amar y perder que no amar nunca. Así que no seas tonto y dile a Paula lo que sientes.

—El  que  te  encuentre  será  un  hombre  afortunado  —dijo  él  tomándola  de  las  manos—. Gracias, Cami.

Se acercó a  ella  y  la  besó  en  la  mejilla.  Después  le  dió  un  abrazo.  En  aquel  mismo momento Pedro supo que había hecho las paces con su pasado, el cual ya no tenía ningún poder sobre él. Quería echar raíces y formar una familia con Paula. En cuanto la viese... Se oyeron las pisadas de unas botas.

—He  visto tu  coche,  Cami.   ¿Dónde  estás?   —dijo Paula,  apareciendo  de  improviso.

Pedro se dió la vuelta justo a tiempo para  ver  la  chispa  que  desaparecía  de  los  ojos de Paula; rápidamente se separó de Camila.

—Hola, Paula—dijo.

—Lo siento. No quería interrumpir —dijo ella sin mirarlo.

—No lo has hecho.  Solo hablábamos  de  los  viejos  tiempos  —intervino  Camila sonriendo—. ¡Hola hermanita!

 Extendió  los  brazos  y  las  dos  se  abrazaron.  No  había  ninguna  duda  sobre  el  cariño que se tenían.  Pedro lo  envidiaba.  Lo  más  cerca  que  había  estado  de  aquella  sensación  fue  la  amistad  que  compartió  con  Marcos,  Gabriel  y  Ariel.  Pedro no  había  podido  imaginarse  una relación más estrecha hasta ahora, con Paula. Vió  la  dolorida  mirada  en  sus  ojos  y  quiso  asegurarle  que  no  sentía  amor  por  Camila.

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