martes, 2 de enero de 2018

Irresistible: Capítulo 42

—Paula, escucha...

—¿Qué tal el  viaje desde Dallas?  —ella preguntó  a  Camila interrumpiéndolo.  Seguía sin mirarlo.

—Cansado —contestó Camila.

Paula sonrió,  pero  era  una  sonrisa  falsa  que  no  hizo  desaparecer  las  sombras  de sus ojos.

—¿Estaban retomando su amistad? —preguntó finalmente.

—Solo estábamos  poniéndonos  al  día  —dijo Pedro,  pero  sabía  que  aquello  no  era suficiente.

 —Hemos estado hablando del pasado —dijo Camila. —¿Hay  algo  que  quieran decirme?  —preguntó Paula intentando  aparentar  despreocupación.

Pedro tenía  algo  muy  importante  que  decirle,  pero  no  era  ni  el  momento  ni  el  sitio.  Tenía  que  hacerlo  bien,  pues  tenía  una  segunda  oportunidad  en  la  vida  y  no  podía. Deseaba tranquilizarla, pero debía esperar a que estuviesen solos para hacerlo como él quería. En cuanto terminase el rodeo tendría una conversación larga y seria con Paula Chaves. Habría vino, flores y cena en un restaurante caro. También habría apasionados besos. Ahora tenía que poner en marcha el rodeo.

 —Tengo que  ir  al  ruedo  a  asegurarme  de  que  todo  está  listo  —dijo—.  Los  veré  más tarde.

Paula casi  pudo  oír  cómo  se  le  rompía  el  corazón  cuando  Pedro se  alejó.  Se  sintió  como  si  fuese  la  persona  más  idiota  del  planeta.  Ver  a  su  hermana  en  los  brazos  de  Pedro le  dolía  tanto  que  se  le  cortaba  la  respiración.  Estaban  juntos  de  nuevo. Camila puso los brazos en jarras.

—¿Lo sabe? —le preguntó.

—¿Qué?

—Que estás enamorada de él.

—No  —contestó  dándose  cuenta  de  que  habían  arrinconado  sus  sentimientos.  Miró a su hermana exasperada—. No estoy enamorada de Pedro.

—Por la forma en que lo miras yo diría lo contrario. En las fotos de Diego y mías, yo lo miraba igual.

—Pero Diego te quería —dijo Paula intentando apartar la conversación de ella.

—Sí.

El forzado tono que había en la voz de Camila hizo que Paula se fijase en la extraña expresión de su cara.

—Diego te amaba, ¿No?

 Camila agitó la cabeza como si quisiese librarse de unas imágenes no deseadas.

 —Claro que me quería. Pero estamos hablando de Pedro y de tí. Si todavía estás enamorada de él, tienes que decírselo.

—No. Ya lo hice una vez.

—Eso  fue  hace  diez  años.  Me  apostaría  el  rancho  a  que  sus  sentimientos  han  cambiado.

—No  te  puedes  apostar  el  rancho,  es  mío  —le  recordó  Paula—.  Además,  no  creo que sus sentimientos hayan cambiado.

 «Aún te ama» se dijo.

—¿No  estarás  molesta  porque  me  ha  besado?  —le  preguntó  Camila—.  Era  para  enterrar el hacha de guerra.

—Me da igual lo que hagan Pedro y tú.

 Camila movió la cabeza.

 —Creo que Pedro está enamorado de tí.

—Y yo creo que estás loca.

—¿No sería mejor que lo comprobases?

Paula estaba segura. Ella amaba a Pedro, y él amaba a su hermana.

—Ama sinceramente.  Puede que sufras,  pero  es  la  única  forma  de  vivir  una  vida  completa.  La  vida  es  demasiado  corta  para  dejar  escapar  las  oportunidades  —dijo Camila—. Y no solo eso; los grandes amores y los grandes acontecimientos acarrean grandes riesgos,  y  tú  estás  al  borde de ambos  —añadió, entrando  al  cuarto de baño—. Voy a arreglarme un poco antes de ir al rodeo.

Paula agitó  la  cabeza  cuando  estuvo  sola.   Era  propio  de  Camila pasar  del   romanticismo al cuidado del cuerpo sin más. Ella respetaba a su hermana, pero de ninguna manera le iba a decir a Pedro lo que sentía.  Por  un  momento,  la furia se apoderó  de  ella.  Camila lo  había  dejado  por  otro,  le  había  entregado  su  corazón  a otro hombre  y  se  había marchado.  Un  feroz  deseo  de  luchar  por  el  hombre  a  quien  amaba  le  inflamó  el  corazón.  Pero  inmediatamente  recordó que la última vez que hizo eso, su única recompensa había sido humillación y dolor en el corazón. Ya era hora de aprender de sus errores. Después de ver a su hermana en brazos de Pedro, nada la convencería de volver a entregarle su alma. Diez años atrás Camila era lo único que él quería. «Y yo sigo siendo demasiado poco», se dijo Paula.

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