martes, 26 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 35

Pedro se dió cuenta de que quería decirle lo mismo que le dijo diez años atrás. Que no quería hablar con ella.  Suspiró.

—Me he pasado varias horas en el ayuntamiento intentando convencerlos para que cambien la calificación de los terrenos, para que mi empresa pueda construir un centro comercial. Intenté convencerlos de que sus esposas e hijas estarían encantadas de  tener  las  tiendas  tan  cerca, pero, ahora que lo pienso,  quizá no  ha sido  la  mejo  estrategia.

—A  mí  me  parece  una  buena  idea.  Ahora  tenemos  que  ir  muy  lejos  para  comprar —dijo ella—. Si aceptan, ¿Te quedarás aquí una temporada? —le preguntó.

—Sí.

Ella se dió  la  vuelta  para  sacar  los  platos  del  armario,  y  Pedro no  pudo  ver  la  expresión de su cara. ¿Querría ella que se quedase? ¿Qué sentiría? La  idea  de  establecer  su  empresa  en  Destiny  le  gustaba.  Cuanto  más  tiempo  pasaba en la ciudad, más le apetecía. Desde  que  volvió,  había  estado  recordando  los  malos  tiempos  que  pasó  allí,  pero también tenía buenos recuerdos, como lo que había disfrutado describiéndole a Paula sus proezas con los toros de su padre. También le había gustado hablarle de lo que  le  pasaba  en  el  colegio,  y  cuando  cumplió  los  dieciocho  años  y  los  servicios  sociales le dijeron que ya no tenía derecho a la manutención, fue a ella a quien buscó para hablar. Y ella no lo decepcionó: lo ayudó a buscar una habitación y convenció a su  padre  para  que  le  diese  más  trabajo  para  poder  pagarla.  Siempre  había  pensado  que  la  amistad  que  los  unía  era  una  rutina,  o  una  consecuencia  de  que  ella  siempre  andaba  a  su  alrededor.  Pero  ahora  no  estaba  tan  seguro.  Aún  tenía  la  sensación  de  que a ella podía contarle todo. Excepto...  Recordó  aquella  noche.  Paula había  intentado  ir  con  él  y  con  sus  amigos  al  lago.  Él  se  la  quitó  de  encima,  a  pesar  de  sus  quejas  y  de  su  enfado.  Tal  y  como  salieron las cosas, probablemente fue la mejor decisión que había tomado en su vida. Era muy joven, y podría haber sido ella... Y la noche siguiente cuando Jen lo dejó, arremetió contra ella, la única persona que le había dado su amistad. ¿Por qué siempre se hace daño a las personas a las que se quiere? Sin  duda  alguna,  Taylor  era  una  mujer  que  merecía  que  la  cuidasen.  ¿Y  el  amor? Pedro no  estaba  seguro  de  lo  que  aquella  palabra  significaba.  Desde  luego,  sentía algo por ella, pero no quería arriesgarse a ponerle nombre.

 —¿Qué piensas al respecto? —dijo ella mientras servía la cena.

 —¿Sobre qué?

 —Sobre quedarte en  Destiny   —le aclaró—.   Después  de  todo,  eres  una celebridad  en  el  rodeo  y  un  hombre  de  negocios  con  éxito.  ¿Estarías  a  gusto  en  una  ciudad como Destiny?

Por la mirada en los ojos de Paula, Pedro se dió cuenta de que la respuesta era importante  para  ella,  y  no  quería  volver  a  hacerle  daño.  Cuando  fijó  la  vista  en  su  boca  y  se  apoderó  de  él  un  incontrolable  deseo  de  besarla,  se  dió  la  vuelta.  Un  hombre como él solo podía herirla. Si  hubiese  tenido  los  pies  en  la  tierra,  se  habría  marchado  de  allí  en  cuanto rechazó la invitación de Melisa Mae. Fue en aquel momento cuando supo que algo se  le  estaba  yendo  de  las  manos.  Sin  embargo,  volvió  al  rancho.  Allí  se  había  encontrado  con  Paula desnuda  y  cubierta  de  burbujas,  y  después  la  había  besado.  Aquello  era  algo  de  lo  que  se  arrepentiría  hasta  el  final  de  sus  días,  porque  desde  entonces  su  deseo  tenía  tanta  fuerza  que  se  había  convertido  en  dolor.  Comparaba  mentalmente cómo se sentiría teniéndola y no  teniéndola:  tenerla sería mucho mejor, pero no muy inteligente. Había  intentado  controlar  sus  sentimientos  hacia  ella  sin  conseguirlo,  pero  nunca era demasiado tarde. Si quería lograrlo, no debía volver a besarla, porque si lo hacía  no  sería  capaz  de  detenerse  hasta  dejarla  sin  sentido,  o  la  tocaría  hasta  que  gimiese de pasión.

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