jueves, 14 de diciembre de 2017

Irresistible: Capítulo 24

—Me  gusta  lo  que  veo,  Paula.  De  verdad.  Y creo que  también  le  gustará  a  mucha gente. Cuando dije que me gustaba tu modo de vida hablaba en serio.

Paula lo creyó. Quizá porque lo necesitaba, pero lo creyó.

—¡Gracias!  —dijo ella  arrojándose  a  sus  brazos  y  besándolo  en  la  mejilla—.  Gracias.

 —De nada —dijo él con alegría en la voz.

Paula cerró los ojos por un momento y disfrutó de su contacto. Era arriesgado, sobre todo porque él encajaba en la categoría de hombre dulce y considerado por la que sentía tanto recelo. Pero no pudo evitarlo. Entonces sintió que Pedro la apretaba con más fuerza contra él.

—¿Qué dirán los vecinos? —dijo ella zafándose de sus brazos.

—Probablemente nada, ya que los más cercanos ni siquiera están a la vista.

—Sí,  claro  —dijo  ella  apartándose  y  metiéndose  las  manos en  los  bolsillos—.  Bueno, repito que estoy muy agradecida.

—Me alegra poder ayudarte —contestó él.

Comenzaron  a  caminar  en  silencio.  Según  se  acercaban  a  la  piscina, Paula se  dió cuenta de que Pedro cojeaba más que antes.

—¿Estás bien?

 Él asintió.

—Solo  está  un  poco  rígida.  Esa  era  otra  razón  por  la  que  salí  a  buscarte:  necesitaba caminar un poco.

Paula se  quitó  las  botas  para  no  ensuciar  el  borde  de  la  piscina  y  se  detuvo  junto a la puerta que daba a la cocina. Dejó las botas junto a una alfombrilla. Observó  a  Pedro,  que  se  había  quedado  mirando  el  agua,  y  vio  algo  en  su  expresión que le tocó el corazón. Volvió y se detuvo junto a él.

—Debiste  pasarlo  muy  mal  cuando  tuviste  el  accidente.  Tampoco  debió  de  ser  fácil tomar la decisión de dejar el rodeo —le dijo mirándolo.

—Considerando las alternativas, fue fácil.

—De todos modos, eras muy joven. Me imagino que ella se quedó contigo hasta que saliste del hospital.

—No me acuerdo —dijo él con una sombría expresión.

—Sé que nunca lo admitirías, pero debiste estar asustado.

 —Tienes razón.

—¿Estuviste asustado?

 Él negó con la cabeza.

—Nunca lo admitiría.

—No siempre tienes que ser el tipo duro que se lo calla todo.

—No estoy siendo nada. Pero creo que lo que no te mata te hace más fuerte.

Paula se agachó para meter la mano en el agua.

—Está bien —dijo poniéndose de pie de nuevo—. No está demasiado fría, y el jacuzzi puede mejorar la rigidez de tu pierna...

 De repente, Pedro la tomó en brazos.

 —¿Qué haces?

—Un ajuste de cuentas.

Sin enfado. Paula movió la cabeza.

—¿No hemos pasado ya por esto? Si no me tiraste en su momento, no creo que lo vayas a hacer ahora, Pedro Alfonso.

Pedro sonrió de forma malévola mientras caminaba hacia el lado profundo de la piscina.

—No te atreverás —le avisó ella.

—Nunca he podido resistirme a un atrevimiento —dijo él.

Y cuando quiso darse cuenta, Paula había caído al agua.

Pedro vió  a  Paula salir  a  la  superficie.  No  estaba  muy  seguro  de por  qué  la había  tirado;  quizá  había  sido  un  intento  de  borrar  la  tristeza  que  vió  en  sus ojos  al  contarle  lo  de  su  pierna. Desde  que  era  niño,  todo el mundo  lo  había  mirado  con  la  misma  expresión  de  tristeza, porque  era  un  niño  al que  nadie  quería.  Pero  no  toleraría que nadie sintiese lástima por él. Desde que había vuelto a Destiny, lo había perseguido la necesidad de hacer las paces  con  su  pasado;  otra  sensación  que  no  lo  abandonaba  era  que  Paula trabajaba  demasiado y necesitaba un poco de diversión en su vida.

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